Una aspirina contra la despoblación: Tres de cada cuatro municipios de León conservan su farmacia

La provincia suma 322 boticas, más que ninguna otra de la comunidad autónoma pese a la pérdida generalizada de vecinos

21/07/2025
 Actualizado a 21/07/2025
Mapa con los municipios leoneses que tienen alguna farmacia. | L.N.C.
Mapa con los municipios leoneses que tienen alguna farmacia. | L.N.C.

Es más que probable que, ante una enfermedad tan grave como lo es la despoblación y con un enfermo ya tan deteriorado como León, una aspirina no sirva para curar. Sin embargo, de alguna manera, podría aliviar algún que otro síntoma de la dolencia. Las farmacias resisten los envites de la crisis demográfica en territorio leonés. El Registro de establecimientos farmacéuticos de Castilla y León contabiliza 322 negocios de este tipo en la provincia, más que en ninguna otra de la comunidad autónoma.


Estas estadísticas oficiales reflejan que tres de cada cuatro municipios leoneses, un total de 160, conservan al menos una farmacia. Aunque medio centenar de municipios leoneses habrían perdido ya el servicio, este se mantiene mejor que otros que han sido verdaderamente diezmados por la despoblación del medio rural.


El peso de las farmacias rurales en León queda acreditado también por el hecho de que la provincia se encuentra claramente en la primera posición autonómica a pesar de que la capital sea la cuarta ciudad de Castilla y León con más establecimientos de este tipo. En este sentido, las 80 boticas de León se sitúan por detrás de las 85 de Salamanca, las 84 de Burgos, y sobre todo, las 162 de Valladolid, duplicando los registros leoneses.

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Tanya Oteo, farmacéutica de Almanza, posa en el interior de su local. | L.N.C.


En todo caso, estas estadísticas se invierten a escala provincial, con las más de 320 boticas de León superando ampliamente a las 283 de Valladolid, las 253 de Salamanca y las 200 de Burgos. A continuación, aparecen las 162 farmacias de Zamora, otra de las demarcaciones junto a la leonesa más afectadas por el envejecimiento, y las 128 de Ávila. El resto ya se situarían por debajo del centenar.


Por municipios, detrás de las 80 farmacias de la capital, el registro oficial de la Junta sitúa a las 29 de Ponferrada y las 11 de San Andrés del Rabanedo. Las cabeceras comarcales de Astorga y Villablino cuentan con siete, una más que Villaquilambre. Por su parte, también cabe destacar las cinco boticas que hay en La Bañeza y Bembibre.


La inmensa mayoría de los 160 municipios que tienen alguna farmacia cuentan con un único establecimiento, dando este servicios a todos los pueblos del ayuntamiento. De hecho, además de los ya mencionados, solo tienen dos o más boticas en Boñar, Cacabelos, Camponaraya, Carrizo, Cistierna, Fabero, La Pola de Gordón, La Robla, Sahagún, Santa María del Páramo, Sariegos, Toreno, Valencia de Don Juan, Valverde de la Virgen, Villablino, Villafranca del Bierzo y Villarejo de Órbigo.


Conocer a quien entra por la puerta


En el resto de municipios hay una única botica que da servicio a las distintas localidades y, con frecuencia, a buena parte de la comarca. Es el caso, por ejemplo, de la farmacia de Almanza. La soriana Tanya Oteo asumió la gestión del establecimiento hace casi un año y destaca la importancia de conocer a quien entra por la puerta en este tipo de negocios en el medio rural. «El estar en un pueblo te permite conocer las necesidades de cada persona que entra a la farmacia. Intentas hacer la vida más fácil a los vecinos, responder a sus necesidades y ayudarles», explica la joven boticaria instalada en la zona este de la provincia leonesa.


Tanya ha dado un vuelco a esta farmacia, intentando adaptarla a los nuevos tiempos y haciendo promoción e informando a sus vecinos a través de las redes sociales y, en especial, de la cuenta de Instagram ‘@farmalmanza’. Además, esta emprendedora rural hace repartos a domicilio de medicamentos a pueblos cercanos, dado que hay personas con movilidad reducida o que no tienen opción de desplazarse en coche. «Es importante dar productos de calidad, en la higiene para mayores o en los suplementos alimenticios; pero también para los jóvenes, con pendientes, complementos deportivos, gafas polarizadas, regalos para recién nacidos...», valora la farmacéutica de Almanza.


Respecto a los motivos por los que se animó a asumir el traspaso de una farmacia rural, Tanya destaca «lo complicado que es empezar por grandes farmacias» y, en su caso, también prima la importancia que concede a la calidad de vida de los pueblos. «Me decidí porque llevaba muchos años trabajando para otras personas y quería volcar todos mis conocimientos en algo que es para uno mismo. Ser mi propio jefe. Tampoco la hubiera cogido en una ciudad. No me arrepiento por la cercanía, por la comodidad y por la calidad de vida del pueblo. Además, me gustó Almanza porque es un pueblo que tiene mucha vida y es un lugar en el que yo podía llegar a sentirme identificada», comenta a modo de balance sobre este primer año con su propia botica.


Contrastes con las boticas urbanas


En todo caso, existen contrastes evidentes entre esta forma de entender la profesión y ser farmacéutico en la ciudad. No obstante, muchas boticas también tienen un importante apego al territorio y ejercen una labor primordial como eje vertebrador de barrios o zonas determinadas. Es el caso, por ejemplo, de la farmacia De Mata Espeso, donde se atiende a los leoneses de la capital desde hace más de dos siglos. Actualmente emplazada en Ordoño II, se ha realizado una reforma reciente en el local para «compaginar» los mostradores y frascos antiguos con «los nuevos tiempos» en la profesión.

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Daniel Corral y Pilar del Río, trabajadores en la farmacia De Mata Espeso. | L.N.C.


Pilar del Río y Daniel Corral, farmacéuticos que trabajan en esta farmacia leonesa de 1807, destacan que el sector «se ha estabilizado» después de los cambios provocados por la pandemia del Covid. Sin embargo, la clientela mira más los precios. «Han ido subiendo y se nota en los medicamentos sin receta. Vienen y te piden un Frenadol, pero preguntan más por los precios», explican.


Sobre la nueva realidad, Pilar advierte de la competencia con las grandes cadenas en el apartado cosmético, el buen momento de vitaminas y suplementos, así como de la mayor concienciación de la sociedad con las cremas solares, «que ya se usan todo el año». «Los probióticos antes ni se mencionaban y ahora se toman más», añade esta farmacéutica.


Tanto Pilar como Daniel también destacan el auge de la melatonina y los crecientes problemas para conciliar el sueño. «Hay mucho estrés y problemas con el sueño. Muchos. De un año o dos para aquí, lo hemos notado mucho», apuntan estos boticarios.


Ya sea en el pueblo o en la ciudad, las farmacias aguantan el tirón de la despoblación. Una aspirina que no cura, pero al menos alivia algunos síntomas de la principal enfermedad que padece León.

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