Alejandro González: "De las 80 hectáreas de albarín del mundo, 65 están en León"

Entrevista al director técnico de la DO Tierra de León y ahora también su gerente, cargo de nueva creación que afronta como "un reto"

T. Giganto
07/09/2017
 Actualizado a 17/09/2019
Alejandro González es el director técnico de la DO Tierra de León y ahora también su gerente. | DANIEL MARTÍN
Alejandro González es el director técnico de la DO Tierra de León y ahora también su gerente. | DANIEL MARTÍN
La Denominación de Origen Tierra de León lleva diez años trabajando por poner en valor y en el mercado aquellos vinos que se producen bajo su paraguas en el sur de la provincia leonesa. Han encontrado fórmulas que convierten el prieto picudo y el albarín en suculentos vinos que los consumidores cada vez demanda más y poco a poco se han ido sumando bodegas al proyecto de modo que ya son 41 las que etiquetan bajo los criterios de calidad del consejo regulador con 309 viticultores y 1.400 hectáreas controladas. Pero para seguir creciendo hay que continuar dando pasos al frente como el que ha dado Alejandro González, director técnico de la DO Tierra de León, y desde hace pocas semanas también gerente de la misma.

– ¿Cómo afrontas esta nueva etapa en la que tendrás que combinar la gerencia y la dirección técnica?
– Es un reto descomunal porque es una figura que hasta la fecha no existía en el consejo regulador y con la que pretendemos estructurar mejor el trabajo y darle continuidad a la parte de gestión y promoción que hasta ahora no teníamos para coneguir objetivos a corto, medio y largo plazo. La parte técnica no la vamos a debilitar porque nos ha costado mucho conseguir la estructura y los mecanismos de control que tenemos hoy en día. Sin descuidarlo intentaremos dedicar el mayor tiempo posible de manera efectiva a todo lo relacionado con la promoción y la gestión.

– ¿Qué queda por hacer en la DO Tierra de León?
– Como no hemos hecho prácticamente nada, queda todo por hacer. Tenemos que mejorar en nuestra política de comunicación, nuestra imagen, nuestra estructura interna. Tenemos la oportunidad ahora con el cambio de nombre de la DO de crear una marca nueva, potente, diferenciada del resto, una marca nuestra que hagamos desde cero. También tenemos que mejorar la calidad de los vinos. Hay tantos frentes abiertos y tantas cosas que hacer por delante que hay que trabajar mucho para ponernos acordes a lo que necesita hoy en día el mundo del vino. Tenemos pensado hacer una página web potente para posicionarnos bien a todos los niveles.

– Hay mucha ilusión, muchas ganas de trabajar pero, ¿existen en la DO los mecanismos para poder llevar todo esto a cabo?
– Eso es en lo que estamos ahora trabajando. El consejo regulador tiene dos órganos independientes, uno de gestión y otro de control. Este último es el que tiene la figura de los técnicos que velan para que se cumpla el reglamento tanto por parte de los bodegueros como de los viticultores. El órgano de gestión es el que está un poco cojo y es el presidente con la Junta Directiva pero no había una figura específica que se encargara del trabajo que había que desarrollar. Pretendemos suplirlo con la figura del gerente y dar así continuidad al trabajo diario para que los acuerdos de la Junta se lleven a cabo. Una vez tengamos esa estructura bien fijada y con los mecanismos necesarios, nos reportará beneficios que se van a ver a corto plazo.

– ¿En qué ha cambiado la DO desde cuando empezó hace diez años?
– Hemos hablado de que hay mucho trabajo por hacer pero hay que reconocer que cuando yo llegué aquí, en 2009, éramos 33 bodegas y ahora hay 41. El hecho de que haya habido proyectos nuevos de construcción de bodegas y que las que había han decidido unirse a nosotros quiere decir que nos ven de manera positiva porque se han querido inscribir en el consejo regulador porque piensan que podemos darles un valor añadido. Ahora hay que responder a esa confianza y conseguir que el sello de Tierra de León suponga eso de verdad.

– ¿Qué tiene la DO Tierra de León que no tengan otras?
– Tenemos el prieto picudo y el albarín que son dos variedades totalmente implantadas en el entorno, conocidas por el viticultor y el bodeguero. El albarín es un boom porque cada vez es más el número de hectaréas que se plantan y el numero de bodegas que se suman a su elaboración. En 2009 había solo cuatro referencias de albarín en el mercado y hoy hay más de una veintena. En todo el mundo hay 80 hectáreas y aquí tenemos controladas 65. Ofrecemos algo al mundo algo que no se va a encontrar nada más que aquí. Y además es una variedad que da una calidad de vinos muy alta que les pone al nivel de competitividad de otros vinos del mundo. El prieto picudo, igual. En León expresa todo su pontecial y con una sola variedad de uva podemos hacer cuatro vinos diferentes; tiene muchas aptitudes y ventajas. Ahora hay que educar en la elaboración de vinos tintos desde el viñedo y dar con la tecla para que sean aún mejores.

– ¿Cómo se afronta un año de vendimia tan difícil como este?
– Hay una reducción de la producción superior al 50% y las bodegas van a tener que ideárselas para tener vino con el que abastecer al mercado todo el tiempo. El vino es el que hay aquí y tendrán que alargarse las calificaciones y la venta en el mercado para solapar esos meses en los que haya menos vino de otras añadas con el poco vino nuevo de la añada 2017. Las bodegas van a ser capaces de afrontar la situación. Los viticultores y bodegas han trabajado muy bien para intentar recuperar esas pérdidas que ya habíamos visto en abrilpara paliar los daños, y el trabajo que van a hacer en bodega estoy seguro que presentará frutos para que rápidamente podamos olvidar esta añada 2017.

– ¿Implicará pérdida de calidad?
– No tiene motivos para ello. Las condiciones de maduración han sido muy buenas ya que el verano no ha sido de intenso calor y la maduración ha sido paulatina. Estas últimas lluvias han venido bien porque han ayudado a que la planta pueda asimilar esa agua rápidamente y ha a la uva entonces se reequilibra el grado y la acidez. Las condiciones sanitarias van a ser excelentes y sin enfermedades fúngicas cuya ausencia hará que se alcancen los grados óptimos y se espera gran calidad de los racimos que lleguen a término.
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