El alcalde de Maraña relata ‘Un día en el tercer mundo’

Por Omar Rodríguez Bulnes

22/03/2024
 Actualizado a 22/03/2024
Omar Rodríguez, alcalde de Maraña. | LAURA PASTORIZA
Omar Rodríguez, alcalde de Maraña. | LAURA PASTORIZA

En ocasiones se cometen o consienten tales actos contrarios al bienestar de los ciudadanos que la única explicación que encuentro es la ignorancia y el desconocimiento.


Por ello quiero aportar mi granito de arena relatando un día concreto y muy cercano en el tiempo en un pequeño municipio del que por lo visto ya nadie se acuerda.


Esta mañana me desperté con ánimo y optimismo dado que me tocaba teletrabajar y podía elaborar un montón de informes pendientes desde mi casa, sin tener que desplazarme, conducir y visitar a los clientes. Pero la realidad de la vida rural no tardó en mostrar su cara menos amable, escondida bajo el precioso velo de las majestuosas montañas que nos contemplan, impertérritas a nuestros pesares. Me tocó salir a toda prisa  y sin desayunar para poder comenzar mi jornada de trabajo virtual desde una cuneta a más de 20 minutos de casa, a la espera de que el primer bar de la zona abriese sus puertas para servirme de su conexión a internet y un café caliente.

 

Por si fuese poco, durante la noche una yegua próxima al parto, estabulada y controlada por un sistema de videovigilancia, comenzó su proceso final de traer al mundo una nueva vida , sin que pudiese brindarle la ayuda necesaria al no haber recibido el aviso del acontecimiento.

 

A media mañana pasé por el ayuntamiento y pude comprobar nuestro completo aislamiento del mundo. Todo ello mientras los medios no cesan de informar de reuniones y congresos sobre despoblación, plagadas de gente que vive al lado de una estación de metro y con el teléfono rebosante de 5G, pero sin voluntad alguna de solucionar esta lenta agonía a la que nos tienen abocados, este genocidio cultural programado.En las noticias no paramos de ver como Putin a sabiendas de que las revoluciones empiezan en las ciudades y se extienden al campo, no para de usar como carne de cañón para sus guerras a los habitantes de las zonas rurales.Aqui, somos mas sofisticados, y nos conformarnos con retirar cualquier servicio y ahogar poco a poco al mundo rural.

 

Si en mi municipio se realizase un estudio para establecer un índice de felicidad y bienestar de esos que están tan de moda, seguro que el resultado no distaba del que ofrecieran los habitantes de algún país en vías de desarrollo, porque, sin teléfono ni internet, sin ninguna línea regular de autobús, sin emisora de radio en la que se puedan escuchar más palabras que interferencias, sin ninguna cadena de televisión autonómica ni provincial, con tan solo un par de horas de asistencia médica a la semana, y el hospital más cercano a hora y media en coche. Me vienen a la mente dos dudas: ¿sacaríamos mejor puntuación que Ruanda? y sobre todo y muchísimo más importante ¿quién devuelve la vida al potro que no pudo llegar a nacer?

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