Agua y vino para el "paladar" del clero en unas Cantaderas cargadas de historia

Ayuntamiento de León y Cabildo acudieron al claustro de la Catedral para cumplir con esta tradicional ceremonia y defender su postura sobre la obligatoriedad o no de la ofrenda

01/10/2023
 Actualizado a 01/10/2023

Entre detalles históricos y muchas referencias al «tesoro» que guarda el archivo de la Catedral transcurrió la ceremonia de Las Cantaderas de este domingo. Al claustro de la seo volvieron a acudir el Ayuntamiento y el Cabildo para cumplir con la tradición, para defender sus posturas y enredarse en el ya habitual tira y afloja que marca el sentido de esta fiesta, una celebración que conmemora la victoria cristiana en la Batalla de Clavijo y la liberación del tributo de las cien doncellas que los reyes venían pagando anualmente a los califas musulmanes.

Desde el Consistorio, en representación del pueblo leonés y con la concejala Elena Aguado como síndico, insistieron en la idea del «regalo», del «donativo» movidos por el simple impulso de «cumplir con un ritual tradicional» y por «respeto» precisamente a esa costumbre. Aguado habló de «liberación» de un tributo «insoportable» e insistió en que la ofrenda no puede ser otra cosa más que voluntaria. En representación del Cabildo Catedralicio, le dio la réplica Mario González, pidiendo a la síndico que no se saliera «por peteneras» y evitara entrar «al meollo de la cuestión» que allí les reunía este domingo, tras impartir en su intervención inicial una «clase de historia» con la que González aseguró que «se puede estar o no de acuerdo», porque «los historiadores están acostumbrados a rellenar vacíos» y porque «lo pasado no lo podemos cambiar, pero cualquiera puede ponerlo al revés», dijo.

Patrimonio de la Humanidad

González insistió en que con las Cantaderas se celebra una «fiesta de la libertad», pero apuntó que la muestra de gratitud del pueblo con la Virgen de Regla por haber contribuido a esa victoria se ha convertido en «un deber». Aguado, por su parte, advirtió que ella no puede salirse ni «por peteneras», ni «por bulerías» por no saber bailar, y que si el Ayuntamiento sigue acudiendo a la catedral es simplemente porque quiere. «Puedo asegurarle que aunque a usted no le gusten los historiadores, y no hay por qué pensar que le gustan más las historiadoras –bromeó– lo cierto es que la historia es un conocimiento científico. No estamos para rellenar valles y en lo que he dicho no hay ninguna mentira, porque no es posible pensar que anualmente se podían entregar cien doncellas, simplemente porque no las había», valoró. Celebró, sin embargo, que el objetivo de la ceremonia no es «ganar», sino «avanzar». Hacerlo en el entendimiento entre las dos instituciones y en beneficio de «los objetivos que esta ciudad tiene por delante». Entre ellos vio uno claro: «León podría ser considerada Patrimonio de la Humanidad» –y para ello están ya los trámites iniciados– y, en la consecución de esa meta, la concejala vio clave el reconocimiento al patrimonio de la ciudad, tanto material como inmaterial, y a lo «original» de fiestas como esta, «en la que nadie gana tras tantos años».

González recordó entonces a la síndico que «la memoria suele abandonar a uno como los malos amigos», que ella como historiadora «debería saber lo que hay en el archivo de la Catedral» y sus referencias a esta fiesta de las Cantaderas y que, si atiende a esto, lo que debe moverles es la obligación. 

«El pasado debe ser un trampolín para el futuro y no un sofá donde nos quedemos a dormir la siesta», advirtió antes de reconocer los «retos» que León tiene por delante, para los que tendió la mano de la Iglesia. «Tanto «la historia como el pueblo nos piden ese apoyo», dijo, y «hoy nos ofrecemos a esa colaboración». Aguado reconoció y dio las gracias por esa «buena relación» y contestó al representante del Cabildo Catedralicio que si bien es cierto que «la historia no es un sofá en el que sentarse, hay que tomar las partes más inspiradoras de ella y las que nos prometen más futuro».

Entrega de presentes

La síndico municipal le hizo entrega entonces de dos regalos: «una botella de agua de León» porque aseguró que «es la mejor, pero sobre todo la más barata» y otra de vino, afirmando que «es también una conocida tradición que en el clero están los mejores paladares para estos caldos» y en homenaje, además, «a la gente que ahora mismo está haciendo la vendimia, para desearles una buena añada». Desde el Cabildo no hubo regalo de vuelta, pero sí respuesta. «No tengo manía a la historia y menos a los historiadores», dijo, pero reconoció que con ella «nadie escarmienta», porque «se repite», por lo que rechazó que esta sea la «maestra de la vida». «Tenía la esperanza de que hubiera mirado los archivos de la Catedral y del Ayuntamiento y de que se convenciera de que tienen la obligación, de que no se la imponemos nosotros», señaló. Aún así, dio las gracias un año más al Ayuntamiento por «cumplir libremente con la obligación de agradecer a la Virgen de Regla los favores ofrecidos».

Se cerró el debate. Volvieron a quedar en tablas y con un abrazo entre el alcalde, José Antonio Diez, la síndico y el representante del Cabildo se emplazaron al próximo año. Volverán al claustro y volverán también a exponer sus posturas. Sin un vencedor, como es costumbre.

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