La ‘abuelina del rayo’ se apagó

Maximina Ordás, de 101 años y natural de La Urz, ha fallecido esta semana. Esta entrañable mujer era conocida como "la abuelina del rayo", pues sobrevivió a uno

14/04/2024
 Actualizado a 14/04/2024
Maximina enseña la marca que le dejó el rayo en la piel, al fundir la cadena que llevaba puesta, mientras su cuñada Anita le coloca el vestido. | MAURICIO PEÑA
Maximina enseña la marca que le dejó el rayo en la piel, al fundir la cadena que llevaba puesta, mientras su cuñada Anita le coloca el vestido. | MAURICIO PEÑA

Fue Lolo quien bautizó a Maximina la de La Urz como «la abuelina del rayo». Cuando Lolo usaba el diminutivo era síntoma inequívoco de cariño hacia quien se lo adjudicaba y en el caso de esta omañesa no lo ocultaba, hablaba de ella en todas las tertulias, filandones, desde que en uno de sus talleres por la provincia se encontró a Maximina como alumna. Lo llamativo es que la mujer tenía 90 años y sedujo al dibujante con sus historias y con su historia, de una de esas mujeres ejemplares. 

Pero de todas las historias de vida que le contaba ‘la abuelina’ había una que «es flipante», en expresión de Lolo: «En 1968 le cayó un rayo y no la mató»; para rematar con una broma muy de su humor negro: «Solo le hizo un tatuaje». Y te llevaba hasta su cocina para que lo vieras. Y es que Maximina llevaba una  cadena con medalla, que el rayo le fundió y le dejó grabado en el cuerpo, en la piel, la marca de la cadena y el círculo de la medalla.

Fue Lolo quien bautizó a Maximina como "la abuelina del rayo" cuando, con 90 años, esta omañesa acudió a uno de los talleres de dibujo y le contó que la había caído un rayo en 1968

«Fue en 1968, el 18 de mayo mientras yo cuidaba las ovejas de la vecera. Lo de que me cayó un rayo me lo contaron después pues yo no me acordaba de nada, sólo que se había desencadenado una tormenta... y lo siguiente es que ya estaba sin conocimiento en el suelo.

Y muy cerca la Lira, la perrina, que a ella sí la calcinó, me dio mucha pena», explicaba esta buena mujer que ya había cumplido 101 años en noviembre y ha fallecido hace unos días, en Vitoria, donde se había ido a vivir hace un par de meses con un hijo pues en La Urz vivía con una cuñada, Anita, que también se acerca al siglo de vida.

La imagen de Maximina y Anita en la cocina, con unas castañas sobre la chapa al rojo de la cocina, una cesta de avellanas al lado, el gato paseando cerca y la mirada puesta en la ventana que da a la calle de su pueblo es una estampa que cuenta un siglo de historia en La Urz. 

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