Y sin embargo, Carlos Martín y Francisco Javier Álvarez encaran la jornada con admirable calma. No reparan en los kilómetros que se echan a la espalda a lo largo del día ni en la multitud de asuntos que reciben y tramitan. Lo mismo se ponen el chaleco para realizar controles a pie de vía que acuden prestos a un aviso por robo a varios kilómetros de distancia antes de meterse otra buena pechada de coche para ir a visitar a una víctima de violencia de género –por segunda vez esta mañana–. Y lo que queda... previsto e imprevisto.
Forman parte de la unidad de Seguridad Ciudadana, el primer contacto con el suceso. Acaban de calzarse el uniforme y están recogiendo la ‘papeleta’ (una suerte de previsiones de la jornada) cuando entra un aviso a su compañero de la centralita: las fuertes rachas de viento del día anterior (este reportaje se realizó el 11 de diciembre, un día después de que la borrasca ‘Ana’ pasease su genio por la provincia de León) han tirado abajo un enorme rótulo de un hotel abandonado en Viloria de la Jurisdicción y precisan que la Guardia Civil compruebe si entraña algún riesgo para la circulación o los viandantes. En cuestión de minutos están equipados y subidos al vehículo camino de realizar las pertinentes comprobaciones. No hay riesgo en cuanto al cartel que está en el suelo, pesa lo suficiente como para no temer que pueda ser arrastrado hasta la carretera general, pero hay otro en lo alto del edificio que preocupa más, está roto y a medio caer. Sacan fotografías e informan de lo que sucede. El dueñodel inmueble tendrá que hacerse cargo de ello.
Se dirigen ahora a hacer una visita a una víctima de violencia de género de riesgo alto, su agresor no está localizado y en cada servicio los agentes pasan a visitar a la joven dos o tres veces. Como explican los agentes, la unidad de Seguridad Ciudadana toca prácticamente todos los ‘palos’. «Hacemos prácticamente de todo: tráfico, auxilios a personas, detenciones, violencia de género, naturaleza, caza, pesca... Por proximidad y por despliegue somos casi siempre los que más cercanos estamos de los asuntos que puedan ocurrir en nuestras demarcaciones y, si es algo que no nos compete o que nosotros no tenemos el conocimiento suficiente, entonces ya lo trasladamos a la unidad que proceda», explican.
¿Algún punto más conflictivo dentro de esos más de 650 kilómetros cuadrados de competencia? A día de hoy no destacarían ninguna zona de ocio ni ningún núcleo donde se concentren mayor número de delincuentes, pero sí reconocen que la zona que depende del puesto de Armunia es bastante extensa, «tenemos los núcleos de población bastante alejados, mucho polígono industrial... y siempre donde hay gente es donde suelen salir los problemas».
La mañana continúa, han comprobado que en el domicilio de la víctima de violencia de género todo está en orden y, de camino de nuevo hacia León, interrumpen la marcha para realizar un control de identificación de personas y vehículos en busca de ilícitos (drogas, armas...).
Sacan tiempo para ir a visitar a los médicos del centro de salud de La Virgen del Camino para conocer si han sufrido algún tipo de agresión recientemente, conocer su situación en este sentido e informarles del nuevo cometido de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Ante el elevado número de agresiones a sanitarios, el Ministerio del Interior ponía en marcha un protocolo de actuación colocando a Guardia Civil y Policía como interlocutores entre los profesionales de centros de salud y hospitales y la Administración para tratar de reducir el número de atentados. Charlan con los dos médicos que se encuentran en el centro y, según les refieren, a día de hoy no tienen nada que reseñar, no obstante los agentes le dejan su contacto. «Pasaremos periódicamente a visitarles y, para cualquier cosa, pueden contactar con nosotros».
Ha sido una mañana extraordinariamente tranquila, Carlos y Francisco Javier han terminado su turno, pero en el puesto de Armunia la actividad continúa las 24 horas del día los 365 días del año.