A Luis se lo llevó el bicho, a Tina la pena solo dos días después

Luis regresaba en verano a Valverde para descansar, charlar con los amigos, pasear, recordar, después volvía a Madrid, "a cuidar de Tina". El Covid 19 se lo llevó hace una semana y Tina, como temían, se fue con él sólo dos días más tarde

Fulgencio Fernández
26/04/2020
 Actualizado a 26/04/2020
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Hay hombres buenos que no necesitan decirlo, se ve. En su vida y en sus obras. Luis lo fue. Este paisano de Valverde de Curueño que iba a cumplir 90 años en julio dejó de hacer lo que más le gustaba, regresar a su pueblo desde Madrid —donde había emigrado a trabajar— para pasear, charlar con sus amigos de toda la vida o hacer alguna chapucilla porque su mujer, Tina, enfermó y «hay que cuidarla». Una enfermedad cruel que le exigía estar a su lado siempre y él lo hacía encantado. Como antes permaneció mucho tiempo al lado de la cama de su hermano Paulino, que pasó muchos meses en el hospital. Incluso en Valverde, en vacaciones, atendía asu hermana Sara, enferma como Tina...

- La vida como viene, pero no puedes dejar a los tuyos; nos decía en una charla en Valverde, un día antes de regresar a Madrid, mientras recordaba con Nano aquellos años de compañeros como recordados albañiles, canteros y de los buenos, «que teníamos mucha fama y merecida los de Valverde Curueño».

- ¿Todavía harías una pared de piedra?
- Dime dónde.

Era el final de los días que regresaba al pueblo y a los recuerdos, el desahogo anual para regresar a cuidar de Tina, a Madrid, la ciudad a la que emigró y ser portero en un edificio de la capital. Por una vez en la sección de ‘La entrevista de la semana’, de este periódico, se había decidido hacérsela a dos personas en vez de a uno, Luis y Nano, dos amigos desde la infancia, dos grandes trabajadores, y dos tertulianos que esperaban estos días de agosto con muchas ganas para repetir viejas anécdotas, junto a un tercer colega, que aquel día «tenía una reunión familiar».

- Es una pena, porque es el más hablador; lamentaba Luis, aunque después demostraron que no les hacía falta, eran tantos los recuerdos que sólo había que abrir el tarro.

La dura enfermedad de Tina contrastaba con su excelente estado de salud, física y mental, su buen carácter, su buena conversación carga de historias y anécdotas. Sin embargo, este traidor Covid 19 se fue a fijar en él y después de unos días de esos que dejan tan mal sabor de boca, en medio de ese desconcierto y falta de medios que ha dejado en los suyos la sensación de que algo más se podía haber hecho, se debía haber hecho, Luis se fue, pasó a ser un número más en las estadísticas, un adiós en una soledad que hiere mucho a la familia y deja un sentimiento de vacío en Valverde de Curueño, donde todos le querían decir «adiós y gracias».

Que bien las merecía.

El día 17 me llegó un mensaje, de una vecina de Valverde, no familiar de Luis, y cuento la conversación porque lo explica casi todo.

- Hola, se nos ha muerto Luis el de Madrid. Por el virus.
- ¿Y Tina?; pregunto, consciente de la situación.
- En breve marchará con él, cuestión de días.

Cuestión de días, pero no tan pocos, solo fueron dos los que aguantó esta mujer, también una gran trabajadora, que iba a cumplir los noventa años en octubre.

Uno de sus hijos (en nombre de los cinco), Luis Álvarez González,recordaban a Tina y Luis en una carta abierta a los vecinos de Valverde, que se quisieron mostrar cercanos en la lejanía, física y en la impuesta. «Gracias por enseñarnos la vida, con sus más y sus menos, siempre desde vuestras vivencias y con vuestro sentido del humor (y mala leche, todo hay que decirlo). Gracias por las discusiones que luego siempre recordábamos riendo». No olvidaban la buena mano de la madre como cocinera, «gracias por los frisuelos, el queso con membrillo...». Para concluir que «en nuestras míticas reuniones familiares a partir de ahora siempre faltarán dos platos».

Se llevaban poco tiempo. Eran del mismo pueblo. Vivieron juntos y justos se fueron.

Y en Valverde de Curueño recuerdan cómo la historia se repite, pues este irse juntos ya lo habían vivido en la familia con la muerte de los padres de Tina, ya hace años. Se fue su madre y el padre, sin que su estado de salud lo hiciera prever, falleció tan solo dos semanas después. Una enfermedad, la pena, que parece haber heredado Tina.
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