Un día olvidas la cabeza

24/05/2023
 Actualizado a 24/05/2023
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Los bares pueden ser facultades libres de filosofía sin necesidad de matricularse ni de créditos para pasar de curso –generalmente por las noches– o quedarse en centros de interpretación de todos los tópicos, peleándole el título a las conversaciones de ascensor –generalmente por las mañanas– cuando pasan los viajantes de las diferentes casas con ganas de vender lo suyo, que van repitiendo de mostrador en mostrador las mismas conversaciones sobre el tiempo, lo cara que está la vida, que ha vuelto a subir aquello que venden, yo que quieres que te haga, ahora todo lo justifica la guerra de Ucrania, tendrás que subir el vino o el café.

O ambas cosas a la vez, si tienes la suerte de que coincida un filósofo de la noche con un viajante de la mañana, un cliente despistado y un camarero con ganas de hurgar, que no suele ser extraño.

El caso es que se van repitiendo conversaciones. Si se te va a olvidar el sombrero porque has hecho un invento con la cacha y a la hora de marchar parece que no cojeas, como que los dos vinines que tomaste te han desoxidado la rodilla, no faltará quien te avise del olvido del sombrero con otro tópico, que a su vez es frase de madre de las de toda la vida: «Cualquier día se te va a olvidar la cabeza».

– Para eso estás tú, para recordármelo; dice el ‘paisa’ malhumorado.
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