Como dice la copla de Genarín –perdón por la cita en territorio Comanche– «todo cambia, el mundo gira...» y llega un momento que, metidos en limonada presuntamente casera, echamos de menos hasta las viejas polémicas pues si desaparecen éstas... necesitamos otras.
La más clásica y extendida en el tiempo, aunque no tanto como las procesiones de Semana Santa que llegan hasta agosto, es el debate sobre los ensayos de las bandas de tambores y cornetas de las cofradías en el corazón de la ciudad. Unos entraban en trance pensando en que estaba cerca la Semana Santa, otros pedían respeto para su descanso dominical con fiebre del sábado noche, no faltaban los ofendidos por el simple hecho de tomar la calle, que es de todos. Pero aquello se acabó, se fueron al Reino... de León.
Fíjate si cambia la historia que hasta llevan partituras e incluso las leen. Ya no se les puede decir aquello de «tócala otra vez hasta que la aprendas» porque la leen. O sí se les puede decir, por algo habrá que protestar.
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