En esta tierra con bastantes símbolos propios que exhibir –otra cosa es que lo hagamos– tiene un rincón propio e importante, el pendón, los pendones leoneses que en los últimos años se están sacando del cuarto oscuro en el que durmieron durante muchos años;en muchos casos de las sacristías aunque no son, ni mucho menos, símbolos religiosos, por más que también luzcan procesiones, rogativas, romerías y otras celebraciones que tienen principio o final a la puerta del templo; por más que para las fotografías de las concentraciones de pendones ofrezca el mejor fondo posible la iglesia, tantas veces la joya del patrimonio de nuestros pueblos.
Pero los pendones son ‘concejiles’, nunca mejor momento para recordarlo que en estas horas en las que nuestros pueblos estrenan presidentes de Juntas Vecinales, cargos públicos que con excesiva frecuencia se olvidan de convocar concejos, que es tanto como decir de reunir a los pueblos y sus gentes, escuchar a sus vecinos, darle vida a una expresión preciosa y precisa en estas reuniones, los hombres buenos, sinónimo de los sabios de la tribu.
No merece llevar el pendón quien se olvide de convocar al Concejo.
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