Queridísimos hermanos

22/06/2023
 Actualizado a 22/06/2023
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Tiene la Santa Madre las mejores lavadoras que nunca jamás hayan salido al mercado, desde la época de lavar en las aguas del río (Jordán, por ejemplo) a nuestros días, con lavadoras industriales y quitamanchas, tipo Milagritos, que no dejan ni rastro de las suciedades que en su momento invadieron la prenda.

No son en la Santa Madre de enseñar el lamparón y lucen las mejores galas y colores de tal forma que visten como nadie fiestas y celebraciones, cabezadas y cabezonerías, bautizos y procesiones.

Pocas veces dejan que se les vean las costuras, se les intuyan los lamparones, se descubra —como le ocurrió un día a Juanita—que debajo de las sotanas llevan pantalones con los mismos remiendos que cualquier otro paisano del lugar.

Pero les acaba de ocurrir, a raíz de tocar el órgano, de las cosas de la música celestial, aclaro con premura.

Entré canónigos anda el juego y voy a recurrir al comodín de un viejo canónigo, amigo de la familia, que cuando me dio por terciar en asuntos del Cabildo me aconsejó: «Nunca tercies en asuntos de curas, queridísimo hermano, si no quieres salir escaldado».

De momento, el que salió escaldado es el canónigo organista que ha probado la hiel de la venganza servida fría y mirando al cielo grito: «Eli, Eli, lamá sabactani». (Va, no creas, lo miré en Google).
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