Evelio, al que muchos llamaban ‘don Dificultades’ pues no comulgaba con la mayoría de lo que le decían, cuando tenía que ir a misa —por esas causas que dicen «de fuerza mayor»— y escuchaba al cura que remataba la faena con el clásico «podéis ir en paz», él matizaba con una sentencia muy acorde al lugar: «¿A santo de qué vamos a ir en paz, porque lo diga él?».
Si le argumentabas que protestaba por todo te disparaba una larga batería de observaciones: «Éste no se acuerda de cuando nos mandaba a la guardia civil a buscarnos por estar segando hierba en domingo».
- Pero no era éste.
- Era de la empresa.
Total, que Evelio no le concedía al párroco argumentos para darnos paz.
Os propongo una prueba. Mirad la foto y si os digo que «podéis salir en paz» por esta puerta de despedida de las páginas de hoy, ¿a qué no encontrais ni un solo argumento para decir, como don Dificultades, ¿a santo de qué? Es inevitable que este rostro sereno os trasmita paz.
El espejo del alma nunca falla ¿Conoces mejor discurso de paz que la cara de una madre mirando a su niño en brazos? Y ya ni te cuento si esa misma cara observa al mismo bebé mientras mama de su pecho.
Vuelve a mirar esta cara. Solo te puedes ir en paz, no lo niegues.