Marketing callejero

17/11/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Todo un mundo el de los carteles de los mendigos, que también muestran la evolución de su situación o la forma de verlos la sociedad.

Ya han pasado los tiempos en los que apostaban por un largo texto, con muchas faltas de ortografía y un mensaje que buscaba la lástima: «No tengo trabajo, tengo cinco hijos y mi mujer enferma. Lo necesito para comer...». Demasiadas veces quien pedía en las calles más céntricas buscaba llamar la atención permaneciendo durante horas de rodillas... No parecía un buen sistema, la gente aceleraba y no faltaba quien trataba de convencerle para que se levantara.

Nadie somos racistas, lo repetimos una y otra vez, pero fue curioso comprobar cómo comenzaron a proliferar cartones de pobre con mensaje que simplemente decían, «soy español», alguno buscaba aún más cercanía y confesaba «soy asturiano», y si mirabas te explicaba que necesitaba dinero para el tren, para el tren de regreso.

Parece que han llegado nuevos tiempos, que hay nuevos caminos. Mensajes cortos y al alma. Un animal, o dos, anuncia bondad en un dueño que también acepta comida para el perro y el gato; los hay que se sientan a leer un libro, dejando entrever un pasado diferente...

¿Críticas? Ni mucho menos. Sólo muchas conversaciones, recuerdos de históricos como Joaquín El Barbas... Críticas a quienes se empecinan en ignorar que existen, en vender la burra de que ya pasó la crisis (¿para todos?), en mirar para otro lado de una manera obscena.
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