Añoranza de los sueños

La última de La Nueva Crónica

02/12/2025
 Actualizado a 02/12/2025
Un hombre juega un cartón de bingo. | L.N.C.
Un hombre juega un cartón de bingo. | L.N.C.

Por cada carta de un emigrante a Ultramar que contaba la riqueza que estaba acumulando marchaban cien jóvenes soñadores de fortuna desde nuestros pueblos. Una fardela con algo de comida y un beso de su madre era su equipaje. Nadie se acordaba, nadie se quería acordar, de aquellas otras cartas, como la de Albino Getino, que pedía ayuda para regresar pues reconocía que “es cierto que en estos países se puede ganar mucho dinero” pero remataba con un matiz de decepción: “Pero a base de trabajar”. Los sueños de volver con un ‘haiga’ siempre fueron mucho más poderosos que el temor a ahogarse en el trayecto, o en el destino.

Por eso, como se olvidan las cartas de los perdedores nos olvidamos de que en la letra pequeña de la parte posterior de los juegos que nos ofrecen el sueño de la riqueza instantánea —y que no es necesario lograr a base de trabajar— viene escrita su verdad cruel: “Este juego devuelve en premios el 40% de lo apostado”; es decir, pones diez y te devuelvo cuatro... o nada. Así se explica como en esa vejez que llaman tercera edad o ancianidad o no sé qué de oro triunfan los juegos que recrean en fichas aquella riqueza que nunca llegó en moneda, como se sigue apostando a sueños de ultramar cuando ya no es posible disfrutarlo... “que quede para los hijos”. Porque ellos solo añoran los sueños.sueños.

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