09/04/2022
 Actualizado a 09/04/2022
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Mira que podían haber escogido otro día, pero no, ha tenido que ser el 20 de abril. Fecha que para varias generaciones nos lleva a tatarear inconscientemente eso de «20 de abril del 90, hola chata ¿cómo estás?, ¿te sorprende que te escriba?, tanto tiempo es normal». Pues sí, con la banda sonora de los ‘Celtas Cortos’ parece ser que diremos adiós a la obligación legal de llevar mascarilla, quitando algunas excepciones.

«Pues es que estaba aquí solo, me había puesto a recordar, me entró la melancolía y te tenía que hablar». ¿Cómo no me va a asaltar la melancolía, como se dice en la canción, cuando hablamos de mascarillas, con lo que hay en las hemerotecas sobre ellas? Quizás más de uno se haya olvidado, o a lo mejor ha optado por borrar voluntariamente de su memoria ciertos episodios relacionados con este objeto, que a pesar de parecer tan insignificante ha salvado miles de vidas, aunque es indudable que podría haber salvado muchas vidas más si no hubieran jugado con nosotros en las primeras semanas de la pandemia. Sólo tienen que buscar en Google y ver a través de los medios de comunicación cómo los responsables políticos y sanitarios fueron variando su opinión sobre las mascarillas.

En un primer momento nos martillearon sobre la inutilidad de éstas para protegernos del contagio de la Covid-19, es más, incluso se llegó a decir que era casi más peligroso utilizarlas que ir sin ellas, ya que su uso debería ir asociado a unos protocolos que no todo el mundo cumpliría. Hasta se criminalizó a la gente que optó por utilizarla, ya que supuestamente provocaba una alerta innecesaria y contribuía a que personal sanitario se quedara sin ellas. Casualidades de la vida, pero pasamos de un escenario en el que desde las autoridades nos decían que no hacía falta su uso, coincidiendo con la escasez de éstas por la falta de previsión, a otro en el que se declaró la obligación de utilizarlas, cuando en ese momento sí ya se había conseguido corregir la rotura de stock. Sobra cualquier tipo de explicación o, mejor dicho, no sobra porque nunca la han dado desde donde tenían que haberlo hecho.

Como idea para que nuestra historia con las mascarillas se cierre de manera redonda, propongo que sea el propio Fernando Simón, quien el próximo 20 de abril, presida un acto de despedida a las mascarillas que, de manera milagrosa, pasaron en un corto espacio de tiempo de ser innecesarias a obligatorias por ley. Me despido dedicando a quienes corresponde la parte de ‘20 de abril’ que dice eso de «espero que mis palabras, desordenen tu conciencia».
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