Viejas luces para el 24

Las luces de Navidad y las modernas batallas de las luces –quién las tiene más numerosas– son un símbolo que también ha cambiado mucho desde aquellos años 70

02/01/2024
 Actualizado a 02/01/2024
Esta imagen era de un espectacular alumbrado navideño para las fechas en las que se instaló en la capital leonesa, ya hace 55 años, en 1969. | FERNANDO RUBIO
Esta imagen era de un espectacular alumbrado navideño para las fechas en las que se instaló en la capital leonesa, ya hace 55 años, en 1969. | FERNANDO RUBIO

"Es bello y entrañable encender el alumbrado de Navidad, pero dejadme que os recuerde que la luz importante es la interior, la que llevamos dentro y que estos días de celebraciones navideñas mostramos en diversas formas de afecto". Son palabras del alcalde de León, Manuel Arroyo, en la inauguración del alumbrado navideño de 1969, que además de expresiones propias de estas fechas también son otra forma de decir que, si nos resulta algo pobre la iluminación navideña, debemos mirar para nuestro corazón.   


Un viejo dilema, una eterna polémica, el del alumbrado navideño, por exceso o por defecto, por gastar o por ahorrar, que ha llegado hasta nuestros días aunque es cierto que ahora mismo la noticia, la batalla, está más en el exceso, lo que algunos llaman el ‘Síndrome Vigo’, que se va extendiendo por todas partes y León ha apostado este año por más luces, Almanza ha hecho otra seña de identidad del pueblo, pero muchos más han anunciado el Belén más grande, el árbol más alto, el ramo más antiguo...


En aquellos setenta, que Fernando Rubio ‘guarda y custodia’ en su archivo, la historia era bien diferente como eran diferentes las celebraciones navideñas. También es verdad que las imágenes, aunque sean más pobres que las ostentosas actuales, también eran un referente para los pueblos de la provincia, mucho más modestos en sus pretensiones y con proliferación de "nacimientos" por los pueblos e iglesias de la provincia. 


El propio Fernando nos aporta unos recuerdos que van despertando las imágenes que busca para ilustrar sus felicitaciones navideñas. "Mis recuerdos de aquellas Navidades están hechos de cosas sencillas, recoger la escoria de la calefacción, ir a los prados cercanos (aún había en León prados cercanos) a recoger musgo y tapines y sacar el papel de plata, del envoltorio de las chocolatinas, que habíamos guardado para el nacimiento que colocábamos en casa, como en tantas otras casas pues, a pesar de cualquier discusión sobre lo divino o lo pagano de las celebraciones, nadie y digo, nadie habla de no disfrutarlas e, incluso, de no cobrar la paga extra de Navidad, los que aún tienen esa suerte".


Recuerda la utilización que daban a cada uno de aquellos elementos, que nada tienen que ver con una gran empresa que durante varias semanas ilumina y decora las calles de la ciudad. "Aquellas escorias las trasformábamos en montañas donde se erguía el palacio de Herodes; el musgo y los tapines para la zona fértil del suelo donde colocábamos el portal con el ‘misterio’ y los pastores con sus animales y arena para el desierto; el papel de plata simulaba el curso del agua del espejeante río y, sobre el papel azul oscuro que hacía de fondo, brillantes estrellas y el cometa  que guiaba a los Magos hasta Belén y su portal".

| FERNANDO RUBIO
| FERNANDO RUBIO


‘Luces’ diferentes como era diferente la propia Navidad. No solo las luces, sobre todo las celebraciones que comenzaban, eso sí se mantiene, con el soniquete de los niños de San Ildefonso cantando los números de la suerte de la lotería más jugada y que menos premios reparte; salvo para Hacienda, claro. "La Nochebuena estaba marcada en mis recuerdos por la actividad de mi madre en la cocina, preparando los alimentos de la Cena y de la comida de Navidad. Alimentos comprados, en su mayor parte, en el mercado de la Plaza Mayor, a los agricultores de los pueblos cercanos que hasta allí traían tanto los productos de su huerta como las aves y conejos que criaban en sus corrales, que protagonizan esas fotos que en  la actualidad tanto llaman la atención, con animales vivos".


Largas familias reunidas en torno a la cena, abrazos por las calles, villancicos que se escuchan desde las calles y que sustituyen en la noche a los que sonaban en los comercios, panderetas, cucharas sonando sobre las botellas de anís, un recuerdo de la madre para los ausentes... "Luego la Misa de Gallo con la Adoración del Niño Jesús. Por cierto siempre pensé que la auténtica Misa de Gallo era la que se celebraba en San Isidoro, por aquello del gallo que corona la su Torre". Y la comida de Navidad, menos copiosa pues no queda sitio para más comida.


Llegaban los Inocentes, buscando las inocentadas en los periódicos o, en la capital, eran muy celebrados los ‘villancicos profanos’ que un grupo de amigos cantaban en La Gitana, en el Barrio Húmedo. "Hay que ver la virulencia / que lleva el Ferrocarril / que en cuatro horas se planta / de Pola a Villasimpliz". Quién les iba a decir a aquellos cachondos lo del AVE.


El año se cerraba con la Cena de Nochevieja, con las uvas acompasadas con el reloj de la Puerta del Sol, del leonés Losada, y fiesta hasta altas horas  para recibir el Nuevo año. "Cuando ya tenías edad para salir de fiesta, las sopas de ajo en La Viña H y el chocolate con churros cerraban la Noche del Año".


Y a por el siguiente... como ahora.

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