Años de aguinaldos

Las navidades de los años 70 suenan muy cercanas y, sin embargo, eran muy diferentes: ¿Te imaginas a un municipal rodeado de regalos o a un mago con melenas que no reconocerá?

24/12/2023
 Actualizado a 24/12/2023
Dos policías municipales de los setenta, habituales dirigiendo el tráfico, rodeados de los aguinaldos que les fueron dejando los leoneses. | FERNANDO RUBIO
Dos policías municipales de los setenta, habituales dirigiendo el tráfico, rodeados de los aguinaldos que les fueron dejando los leoneses. | FERNANDO RUBIO

Ya casi no existe ni la palabra. Las respuestas dadas por un grupo de veinteañeros que tomaban sus cocacolas esta misma mañana a la pregunta de ¿sabéis lo que es el aguinaldo? fue de desconcierto, hasta que su santo padre Google les dijo que «es un regalo para fiestas especiales». 

La primera reflexión que le produce a Fernando Rubio el popurrí de imágenes navideñas que llegan hoy a su rincón (a la vista de que mañana no hay periódico) la centra en una vendedora en el Mercado de Navidad de 1976: «Si os fijáis, las vendedoras calzaban madreñas, vestían de negro, los animales eran de corral (aún no había llegado la cría industrial), el pesaje se hacía con ‘romana’ y  todos los animales, aves y conejos, que no fueran de caza, se vendían vivos y era el comprador el que tenía que sacrificarlos, despellejarlos o desplumarlos, limpiarlos y luego, cocinarlos».

Nada de la estampa sería hoy habitual, andar en madreñas por la capital se ha convertido en ‘un desfile reivindicativo’, no en una costumbre, como quedó claro hace unos días cuando desde Babia «tomaron Ordoño» en madreñas. Los animales vivos ya no dependen de una costumbre, es una prohibición por ley, hasta el punto que en la actualidad ‘la carrera del pavo’, por citar un ejemplo, se corre sin pavo o el gallo del ganador del Ribera contra Montaña, de lucha leonesa, se ha convertido en un trofeo con la imagen del gallo, pero sin el gallo.

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Negro total, madreñas, animales vivos... eran otros tiempos. | FERNANDO RUBIO

Pero no menos extraño resultaría para cualquier leonés ver a un policía municipal rodeado de regales mientras dirige el tráfico en el centro de la plaza cercana a la estación de Matallana. Ya no es que la estación no tenga tren, que no lo tiene, es que se trata de una imagen en peligro de extinción ver a un municipal  dirigiendo el tráfico pues  la tarea  ha quedado en manos de semáforos, fotorojos y otros artilugios que los carga el diablo. Pero no parece lógico dejarle a un semáforo una caja de la famosa Sidra El Gaitero... «famosa en el mundo entero», diría cualquiera que pasara entonces por la calle pues esta bebida asturiana había protagonizado una de las más eficaces campañas de publicidad que se recuerdan, a la altura de «siento dejar este mundo sin probar pipas Facundo».

Pero esta costumbre, el aguinaldo para el policía, formaba parte de una «cultura de la sobrevivencia», que diría nuestro entrañable Toño Morala, que propiciaba la ayuda «del común» en aquellos servidores públicos cuyos sueldos dejaban mucho que desear. Había aguinaldo para serenos, barrenderos... o maestros, a los que el Día del Maestro se les regalaba en cada pueblo «un gallo». Eran otros tiempos, había hecho furor la frase de «pasas más hambre que un maestro escuela», dicho sin ningún ánimo ofensivo, de quien comió ese gallo.

También era una costumbre muy navideña, a imágenes tiene asimismo nuestro Fernando Rubio, las visitas a los asilos de ancianos, especialmente a los de «beneficencia·», pues también en aquellos setenta lo que hoy son residencias de ancianos eran aquellos asilos en los que nuestros viejos más desvalidos encontraban cobijo; hoy son residencias que detestan la palabra asilo y nos van precisamente a ellas los más desvalidos, pues sus precios son prohibitivos para ellos, salvo los subvencionados o públicos.  

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Juan Mayoral, entonces Alex, muestra su trofeo ganado en el Congreso Mágico Nacional. | FERNANDO RUBIO

Y entre las imágenes navideñas de los setenta que andan por el baúl de los recuerdos que es el archivo de Fernando Rubio aparece una imagen de un personaje, un artista muy de actualidad, aunque hay que saber de su existencia para ‘descubrirlo’. Se llama Alex y es un joven de apariencia frágil, con melena... Realmente es quien hoy se llama con su verdadero nombre, Juan Mayoral, y es el director artístico de la actividad más exitosa de la ciudad cada Navidad: ElFestival Internacional León Vive la Magia

En aquel lejano 1977 el joven Alex era noticia, se abría camino en un mundo difícil y posaba orgulloso con la copa que le acreditaba como ganador del premio  ‘Acto mágico más original’, en el VIII Congreso Mágico Nacional, organizado por las Sociedades Mágicas Españolas, que se celebró en la ciudad de Cuenca. Era un nuevo paso de aquel niño que «cuando tenía cinco años vino a mi colegio un mago, Frank Mery era su nombre artístico, y yo decidí que iba a ser mago». Y lo es. 

Si sería entonces todo tan diferente que la postal navideña de 1976 nos la regaló (desde Rodríguez y Jular) un gran artista, Manolo Jular, el mismo que protagonizó un gran escándalo dos años antes (1974) al colarle a la ‘censura’ una bandera republicana en el cartel oficial de las Fiestas de San Froilán. «Cosas de comunistas», decía el socarrón Jular  para añadir, «¿la bandera tricolor? no hombre, yo lo decía por el Belén de 1976.
Sí que ha pasado el tiempo, sí. 
 

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