16/01/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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En las madrugadas invernales de León, apenas amanece, el sol se impone sobre la escarcha y el hombre del Páramo sale a la puerta de su casa para saludar al nuevo día, con cazuela de barro y cuchara de madera, para tomar las sopas de ajo, como un ritual. Una imagen campesina que me recuerda a algunas escenas pintadas por Millet. Desde el umbral contempla los cultivos, que son su riqueza y su condena. La remolacha ya es azúcar y los pájaros se entretienen entre el maíz, hasta que las fieras cuchillas se presenten.

Por Tierra de Campos, las juventudes, que lo fueron hace décadas, salen a las eras y se reúnen para conversar junto a una pared de tapial, al abrigo del cierzo y con miras al sol. Entre la radiación del astro y el reflejo del tapial, se calientan los huesos doloridos y fluyen los recuerdos.

En las riberas del río Luna, a su paso por Trascastro, las truchas, ateridas, duermen a la sombra de los alisos, porque en Omaña la noche y el sueño son más largos, por las crestas de los montes y la espesura de los árboles. Las familias se juntan para pasar la velada contando historias antiguas, casi olvidadas, que reviven a la luz de la chimenea. Y las mujeres, tan capaces, mientras escuchan o hablan, hilan la lana.

Pasado el otoño, se apañan los «erizos». La uva ya es vino en las bodegas del Bierzo, las manzanas y los pimientos recogidos, los botillos y jamones, en los varales, a medio curar y la huerta desolada, con apenas unas berzas que desafían la helada. La gente, aprovechando lo que hay, se agrupa para asar castañas y compartir sus inquietudes y anhelos. Son los magostos.

Pero hoy, los magostos se hacen en los patios de los colegios; las paredes de tapial, desmoronadas o sin gente que las disfrute; y las sopas de ajo, comida vulgar. Todo se desvirtúa y el clima sólo sirve para «romper el hielo» en el ascensor o como show en los canales televisivos: «Alerta roja, amarilla o azul…». Tonterías. Porque los pastores –los únicos expertos– ya lo dicen: «El invierno no se lo come el lobo».
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