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Por un puñado de cuscús

20/04/2022
 Actualizado a 20/04/2022
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No entiendo el interés de Pedro Sánchez por venir hasta León. Ni a santo de qué, salvo por la empatía con su amigo Zapatero o llevarse el Inteco.

Son muchos los políticos que pasaron por León, sin más. Todos los años pasaba Franco de camino a Meirás, y algunas veces hizo parada en La Bañeza. Pasaba Fraga, para ir a Perbes y, se acercaba al coto Valsemana, para pescar alguna trucha. Al menos había un motivo.

En cuanto a la salud política del presidente de gobierno, lo veo algo decaído. Está aislado el probín y desde el plante de Biden, no rebulle. En las reuniones de la UE, Pedro –alias Antonio– reparte palmadas, pero todos le dan la espalda. Carece de autoridad y prestigio para que sus socios europeos le entreguen a los prófugos catalanistas. Cuando pide dinero, Sholdz le dice a Úrsula: ¡Qué pesado! Por ignorarlo, ni siquiera el Consejo de Seguridad le convocó para defender a Ucrania, porque sus ministros, comunistoides, le tienen maniatado. Un desaire que cualquier presidente digno, hubiera zanjado con una serie de destituciones. Pero crecidos por el desarrollo de la guerra y la agresividad de Putin, los detritus del gobierno le han vuelto a morder la mano, por la traición al Sahara. Un campo de intervención para los progres y oenegés. Eso sí, parece que Sánchez es un buen fajador, y aguanta cuanto le sacudan, con tal de mantenerse en el cuadrilátero.

Buscando un gesto espectacular, le entrega al Mohamed el Sahara –un territorio encomendado por la ONU–. Con este gesto, pretende codearse de tú a tú, con el monarca. Pero este rey no es su amigo y respecto a declarar sus intenciones, no le merece confianza. El único amigo y garante que tuvimos en el reino alauita, y demás países árabes, fue Juan Carlos I, por quien Hassan II sentía verdadero afecto.

Cuenta la Biblia que Esaú, el hijo de Isaac, cambió sus derechos a su hermano Jacob, por un plato de lentejas. Sánchez lo hizo por un somero plato de cuscús, una silla en la mesa y una afrenta a la bandera, que no es un error, ni una casualidad. En la corte de Marruecos no se mueve la hoja de un árbol sin que el monarca se entere.

Respecto a la gratitud por el teritorio recibido, cero. Nadie agradece que le devuelvan algo que considera propio. Y esa es la inquietud que, el susodicho presidente no ha desvelado. ¿Hasta dónde alcanzan las pretensiones de Marruecos?

Para acabar, Pedro confunde a Casado con Feijóo y le ofrece una colaboración que el líder del PP, ni desea, ni precisa. Veremos cuál es la próxima que nos guarda.
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