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Pulsera amarilla

26/02/2023
 Actualizado a 26/02/2023
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Procede, una vez más, la frase de ‘Casablanca’ (Michael Curtiz, 1942) cuando el capitán Renault monta la redada en el garito de Rick: «Estoy conmocionado. Conmocionado de saber que en este lugar se juega». El mundo del fútbol, uno de los sumideros más infectos de la actualidad, lleva unos días haciendo idéntico teatrillo con gestos de: «¿Cómo? ¿Es acaso posible lo que ven mis ojos y escuchan mis oídos?».

Claro que es posible, cariños. Por una cosa tan sencilla cuyo nombre seguramente les será familiar: dinero. El deporte más extendido del mundo, el que juegan en un suburbio de Daca y en un parque de la zona más pija de San Francisco, el que es capaz de unir a toda la humanidad por encima de sus diferencias (emoji de llorar de la risa), el que es capaz de sacar lo mejor de la humanidad en pos de un futuro mejor (emoji de ahogos)… En definitiva, el que más pasta mueve. Sólo así se puede entender la ubicación de los dos últimos mundiales de fútbol (Rusia y Qatar) y del próximo (Estados Unidos y Canadá, con México de invitado para cumplir de cara al público). Sólo así se comprende la fijación de los sátrapas y los estados subdemocráticos por el balompié. Sólo así se acepta que se felicite a los argentinos por haber ganado la final de la copa del mundo, y además ‘robando’ a Francia (siempre a favor de robar a Francia en competiciones futbolísticas, ojo). Da igual. Que una de las épocas más doradas (¿la que más?) de un equipo como el F.C. Barcelona haya coincidido con un periodo de sobornos a árbitros y, curiosamente también, con larguísimos lapsos en que no se les pitó un penalti en contra al citado equipo es una casualidad. Una serendipia. Una mágica alineación de astros.

El problema, una vez más, está en el gesto de besar es escudo de la camiseta. Se puede argumentar con todo el mundo menos con dos colectivos: los creyentes (los que anteponen la fe a la razón) y los que cobran. Los cuales quedan englobados, ambos, en ese gesto de besar el escudo. Que es, por cierto, lo que impera actualmente en la política: o abducidos o chaqueteros en busca de la mamandurria.

Afortunadamente, Dios me conserva la memoria para recordarme todos aquellos que llevaron la pulserina amarilla de Lance Armstrong de ‘Livestrong’. Mierdas de superación, de que el deporte nos hace mejores, de que hay que dar lo mejor de ti mismo, de que lo importante no es ganar… Chatarra que le venden a los enanos mentales mientras los de arriba se forran a costa de esa pobre gente. Un tipo ganando siete Tours de Francia dopado hasta las trancas y además vendiendo la burra. El mundo del fútbol pasando página después de los sobornos a árbitros. El capitán Renault recibiendo sus ganancias en la ruleta tras hacer pública su conmoción ante Rick.
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