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Prueba de comprensión lectora

10/12/2023
 Actualizado a 10/12/2023
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Ciencias, matemáticas y comprensión lectora son los principales índices que mide el Informe Pisa, cuyo resultados más recientes se hicieron públicos esta semana y en los que Castilla y León volvió «a demostrar que tiene el mejor sistema educativo del país y uno de los mejores del mundo», en palabras de su presidente, que fue el primero en salir a colgarse una medalla que no le corresponde. Los últimos fueron los sindicatos, que aseguraron sin dudarlo que el mérito es todo suyo por su constante reivindicación hacia la Junta, aunque a estas horas seguimos esperando que aporten alguna solución a los problemas que anuncian, más allá de la siempre brillante elección de sus liberados. Para poder congratularnos, falta nos hará a todos un poco más de comprensión lectora que, aplicada a la actualidad, tiene más que ver con la intención que con la formación, sobre todo si queremos entender titulares como «España obtiene su peor resultado en el informe Pisa pero resiste el batacazo educativo global al quedar más cerca que nunca del promedio de la OCDE y la UE».

El resumen es que el nivel de nuestro sistema educativo, desde un punto de vista internacional, sigue siendo muy preocupante, pero la verdad es que da completamente igual porque los resultados del informe Pisa se detallan por comunidades autónomas y eso nos permite compararnos entre nosotros. ¿Qué más queremos? Llamando paleto al vecino sí que se cose España y eso no lo rompe ni Puigdemont el maligno. En Cataluña, por cierto, han salido muy mal parados en este último Informe Pisa, y desde la Generalitat han tenido el cuajo de afirmar que la culpa es del exceso de inmigrantes en sus aulas, enésima prueba de que la mal llamada izquierda catalana es mucho más catalana que de izquierdas.

Siempre que se habla de educación, ya sea del exceso o de la falta, hay que escuchar todas esas propuestas que parecen salidas de un grupo de Whatsapp de papis y mamis repelentes, del tipo esos métodos que se basan en no ponen deberes sino que se aprende jugando (supongo que con los Osos Amorosos) o que en los países escandinavos tienen los mejores índices de alfabetización por la participación activa de los alumnos y sus familias en todo el proceso (se suelen olvidar de que hay poco más que hacer y luego son los más alcohólicos y los que más se suicidan). Aunque para contradicciones en el sector educativo está la de esas autoridades que por la mañana presumen de haber financiado la implantación de internet y una tablet para cada alumno en las aulas y, por la tarde, piden que los niños no pasen tantas horas delante de una pantalla... casi a la altura de los ayuntamientos que piden que les felicitemos por haber instalado farolas que ahorran energía y luego se gastan todo lo ahorrado en horrendas lucecitas rococós de una Navidad que cada año empieza un poco antes.

Del mismo modo que el sistema sanitario se mantiene gracias a una parte de sus profesionales, aquellos que mantienen la vocación y tapan las carencias de todo lo demás, las buenas notas de nuestro sistema educativo se deben, por los mismos motivos, a una parte del profesorado. Tampoco en esto se puede generalizar, pues desde que el profesor dejó de ser respetado por sus alumnos algunos profesores perdieron también el respeto a su propia profesión. La sucesión de bajas, renuncias y faltas de compromiso así lo demuestran. A ese colectivo de profesores del que nadie se acuerda cuando llega la hora de colgarse medallas es al que se maltrata sistemáticamente desde la Junta de Castilla y León, con procesos de nombramientos y traslados que hacen de la estabilidad toda una utopía y evidencian, una vez más, las consecuencias del gigantismo que desde su nacimiento padece esta comunidad autónoma.

En el caso de Castilla y León sorprende que nadie haya salido a presumir de la que sin duda una de las claves del éxito en los últimos informes Pisa: la educación rural. La dispersión y el envejecimiento de la población, lo que siempre se señala como una de nuestras debilidades, juega en este caso a favor porque en las escuelas de nuestros pueblos se ejerce a menudo una educación casi a la carta, individualizada, con pocos alumnos (en esto la Junta sí que ha actuado de forma ejemplar, al no cerrar aulas con sólo tres matrículas) y profesores de recién estrenada motivación que, en muchos de los casos, ya han perdido cuando logran acumular los puntos suficientes para obtener una plaza en la ciudad.

En cualquier caso, son tantos los motivos para conservar la humildad que morir de éxito sería un suicidio colectivo. En las comunidades vecinas, por ejemplo, sacan peores notas que nosotros en el informe Pisa, pero tampoco les preocupa demasiado porque saben que nuestros brillantes alumnos serán sus futuros trabajadores. Y, además, la Junta tampoco debería presumir demasiado, porque su sistema educativo también sufre errores de bulto, como demuestra cada vez que habla su actual vicepresidente: en ciencias no pudo destacar porque niega el cambio climático y en comprensión lectora entiende las leyes en función de lo que le ordenan desde Madrid. Muestra indudable talento, en cambio, para las matemáticas, adjudicándose un sueldo de más de 80.000 euros anuales sin tener una sola competencia.

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