Maximino Cañón 2

Pedro, contracorriente

14/11/2023
 Actualizado a 14/11/2023
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Salgo el domingo como todas las mañanas, en este caso a cumplir con un compromiso de estar con unos amigos de fuera de España, y me encuentro con una multitud con banderas de España como hace mucho tiempo no veía. Eran portadas por gente de diferentes ideologías, en dirección a la plaza de San Marcelo para mostrar su descontento por las medidas que Pedro Sánchez, a la sazón presidente de todos los españoles, está dispuesto a adoptar respecto a la amnistía a cambio de siete votos proporcionados por partidos nacionalistas minoritarios pero, que en este caso, necesarios para que el citado Pedro Sánchez pueda mantenerse en el gobierno dando lo que no llevaba en su programa electoral, y que la mayoría de los españoles no consienten, como así quedó patente en las masivas manifestaciones llevadas a cabo en toda España contra esa Ley de Amnistía, promovida por PSOE y Junts).

Nadie duda de que los acuerdos en política sean legales siempre que se atengan a las normas establecidas por las leyes, es decir, el que más votos obtenga en una investidura sea quien, en estos casos, gane para dirigir la Nación.

Lo que el pueblo y los amigos con quienes cambio impresiones sobre la situación actual en la que estamos inmersos (la mayoría con clara tendencia a la izquierda) no entienden el porqué de los rumbos en la política en España para los siguientes cuatro años, tengan que depender, como en la película de los años sesenta y dirigida por John Sturges, de esos denominados «siete magníficos (votos, es un decir)», sin que, salvo alguna excepción desde dentro del partido (que yo me dé cuenta) digan lo que piensan sobre la amnistía. Se trata de afianzar al presidente gobierno en funciones en la primera magistratura para otra legislatura, a la sazón Secretario General del partido, consciente de que la mayoría de los españoles están en contra de dicho acuerdo.

Lo que el pueblo espera de cualquier gobernante es una gestión que redunde en el bien común y no una bajada de prendas de vestir frente quien pretenda mantenerse, o alcanzar el poder a costa de lo que sea, porque como dice el refrán: «el que de ajeno se viste en la calle le desnudan».

La conclusión, a la vista de cómo se expresaron los españoles de toda clase y condición el pasado domingo, es que la mayoría están en contra de algo que en ningún momento fue consultado ni figura en norma superior alguna.

O dicho de otra manera, que no nos la quieran meter por la gatera a sabiendas de que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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