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Patrimonio, valor y orgullo

21/03/2024
 Actualizado a 21/03/2024
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El patrimonio histórico colectivo de León se encuentra disperso. La distribución de la población en 1402 núcleos lo propicia. Buena parte de este legado son edificios y bienes de uso religioso. Es lógico; cuando algo pierde su función y no adopta otra, se abandona y termina arruinado. Las iglesias han mantenido su función durante siglos, lo que propició su conservación con los objetos que contenía, si no era sometida a reformas. Muchas otras obras de carácter civil, ante la imposibilidad de mantener el uso residencial u otro, terminaban desapareciendo.

Los pueblos de León cuentan generalmente con una iglesia, al contrario que en otras regiones, donde tienen varias o bien una compartida por varias poblaciones. Es parte de la idiosincrasia leonesa. El templo suele estar construido por los vecinos, con sus recursos, e incluso con sus propias manos. La iglesia cobra así un carácter mixto, ya que es el centro religioso y también el elemento representativo del concejo. Los campanarios en León tenían acceso por el exterior, lo que indica su función extrareligiosa, además de la propiamente litúrgica.

Las iglesias de pueblo leonesas nos sorprenden en ocasiones con piezas extraordinarias. Sin embargo, los vecinos, acostumbrados a verlas, no ponderan el valor artístico que atesoran, al margen de otros que se les pueda atribuir. Es importante conocer el valor del patrimonio común porque refuerza el orgullo colectivo de pertenencia al pueblo. En este sentido, la divulgación que hacen estudiosos y asociaciones de protección del patrimonio es de gran ayuda.

Un aspecto relevante para poner en valor este patrimonio rural es la posibilidad de micromusealizar las piezas en el propio templo, con vitrinas u otra protección, y una explicación divulgativa y sencilla, sin tecnicismos. Implicar al vecindario en el cuidado de los bienes que acompañaron a los antecesores durante siglos, a sus propios abuelos, es la base para amar el pueblo en su integridad, por lo que realmente significa. Enseñar el patrimonio de valor refuerza ese sentido de pertenencia.

Quienes trabajan en contacto con las instituciones implicadas no detectan desinterés, si no desconocimiento de la propia existencia de esos bienes, por una parte, e inconsciencia del valor real de las piezas y edificios por los vecinos, por la otra. León, por su peculiar carácter, es un lugar idóneo para subsanar estas carencias: hay personas y colectivos con conocimientos, y una población que no renuncia a su pueblo. Recuperar aquello que nos recuerda lo que fuimos y lo que nos ha hecho como somos hoy, desde lo popular, nos hace una sociedad más fuerte. 

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