dario-prieto.jpg

Magia para vivir

31/12/2023
 Actualizado a 31/12/2023
Guardar

¿Y lo preocupados que estamos con los teléfonos móviles y los menores? Una cosa bárbara, sí, pero ahí seguimos, enganchados a la pantalla mientras los críos nos miran. Cuenta Jonathan Haidt, uno de los principales defensores de la prohibición de los ‘smartphones’ en colegios e institutos (no ya sólo en el aula, sino en todo el recinto escolar), cómo la llegada de las redes sociales ha coincidido con un aumento en el índice de suicidios adolescentes, sobre todo en el caso de las chicas. Las grandes empresas de telecomunicaciones han ofrecido estas tecnologías a personas cuyo cerebro no ha terminado de desarrollarse, de igual modo que hace 60 años las tabaqueras introdujeron el consumo de cigarrillos a los preadolescentes: a sabiendas de que están vendiendo algo nocivo al sector más vulnerable de la población, pero con la seguridad de que les va a producir enormes beneficios económicos.

Ayer Luis Boyano y Karla reconstruyeron en el festival León Vive la Magia una cabina de los espíritus como las que triunfaron a finales del siglo XIX. Ilusionismo y misterio que dejaba alucinada a la rapazada, pero también a padres y abuelos. Tras la sucesión de actos inexplicables y los aplausos, un mensaje a estos: «Gracias por traer a vuestros hijos y nietos, porque es mejor quemarse con el fuego del teatro que con la luz de una pantalla».

Se tiende a pensar que los nativos digitales están incapacitados para apreciar cuestiones como la magia. Que el despliegue de efectos especiales del ‘streaming’ ha insensibilizado las cabecitas hasta llegar a un punto de no retorno. Pero no es así. Basta con asistir a un espectáculo de títeres de cachiporra, como los de Gorgorito (muñeco que hasta tiene una estatua en Astorga), y dirigir la mirada hasta el público: las bocas abiertas, los ojos como paelleras y los gritos de emoción («¡Cuidado!», «¡Atrás!»). Eso deshace la imagen del yonki infantil que sólo se calma cuando le pones el youtube de Peppa Pig. Un espectáculo es una ficción, y sin embargo es más real que la propia realidad.

Que tengamos desde hace 20 años un festival como León Vive la Magia –desparramado también por pueblos, residencias de ancianos, calles y cafeterías– es algo, valga la redundancia, mágico. Que hayamos incorporado a nuestra cotidianeidad navideñas el ilusionarse, la maravilla y la capacidad de asombro sugiere una analogía: como construir alrededor de esta tierra una fortaleza defensiva frente a los ataques deshumanizadores de la tecnología. 

 

Lo más leído