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Leonesismo no emocional

19/10/2023
 Actualizado a 19/10/2023
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El leonesismo, como todos los nacionalismos y regionalismos, incluyendo el españolismo, tiene una componente emocional. Desde el momento en que incita a las personas al compromiso personal con un territorio hay una motivación de arraigo a un paisaje, a unas formas de vida, a un entorno geográfico, a unas pautas de vida. El leonesismo, como todos los sentimientos similares, es enormemente constructivo, pues contribuye a alinear perspectivas, nos convierte en seres cooperativos en pos de un fin común positivo. El leonesismo, como todos los regionalismos y nacionalismos, nos convierte en sociedad avanzada, que sobrepasa las estructuras sociales elementales, como la familia o la tribu. Sin regionalismos y nacionalismos no habría regiones desarrolladas o países vanguardistas.

Sin embargo, la componente emocional de los nacionalismos y regionalismos es solo una parte de las facetas que lo integran. En consecuencia, una lectura estrictamente emocional es una simpleza que no refleja el fondo de la cuestión. El leonesismo tiene una base histórica, que genera derechos colectivos en las sociedades modernas, cuenta con una estructura de poblamiento, que condiciona la red de infraestructuras y genera necesidades propias. El leonesismo observa una estructura económica propia, producida por una mentalidad, una posición geográfica, una orografía, una disposición geoestratégica con ventajas e inconvenientes, cuestiones poco emocionales. 

El leonesismo tiene fundamentos económicos propios, que parten de una estructura que poco tiene que ver con la castellana, la gallega o la asturiana. Es diversificada en sectores, en simbiosis entre montaña y áreas de gran laboreo agrícola, estructurada en múltiples iniciativas económicas de tamaño medio y pequeño. El corredor León-Ponferrada es la clave de bóveda para el desarrollo de los ejes económicos del noroeste ibérico que integrarían Galicia, Asturias, el norte portugués y la Región Leonesa. 

La reunión en Madrid de las organizaciones empresariales de Galicia, Asturias y León con el Gobierno de España de esta semana para hablar del Corredor Atlántico refleja el abismo que separa los intereses económicos, empresariales y geoestratégicos de León de los de Castilla, ausente en la reunión. No va con ellos. Cuando decimos Castilla, decimos también la Junta, que ni está ni se la espera en esa petición. Habrá quien apele a las emociones, o quien acuse de insolidaridad o aborrezca las diferencias entre provincias, pero nada en los dos últimos párrafos es emocional hablando de León; es económico. En consecuencia, la Autonomía Leonesa es una necesidad estructural para España.
 

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