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León y la protesta agraria

15/02/2024
 Actualizado a 15/02/2024
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Los agricultores han ocupado la primera línea de la agenda informativa y casi de la política, gracias a las protestas de las últimas dos semanas. Ahora el movimiento de protesta se va desmenuzando, al evidenciar la infiltración de ciertos partidos en el mensaje, pero la notoriedad ya se ha alcanzado.

Al lado de reivindicaciones absurdas, como el abandono de los Objetivos de Desarrollo Sostenible o el ataque a una conspiranoica ingeniería climática –de fuerte tufo ultraderechista– aparecen reclamaciones justas, como la vigilancia estrecha contra las ventas por debajo de coste, o el bloqueo a importaciones agrícolas de lugares donde se usan pesticidas aquí prohibidos.

Esa mezcolanza de objetivos, entre los racionales y los disparatados, la falta de portavoces democráticamente elegidos, algunos actos de vandalismo y la exhibición de maquinaria costosa, redundante para las necesidades de las explotaciones, provocó defecciones en la opinión pública. Sin embargo, se pone de manifiesto la importancia de la soberanía alimentaria para el País y para Europa, con un futuro lleno de incertidumbres por el cambio climático. El peso de esa suficiencia reposa en el sector agrario.

No obstante, en el agro hay diferentes grupos de interés. Por una parte, están los grandes inversores, que ocupan poco a poco más espacio. Esta protesta no iba con ellos, ya que no buscan la sostenibilidad como primer objetivo, si no constituir oligopolios que les permitan dominar el mercado. Por otra, están los pequeños productores de montaña, explotaciones extensivas de baja productividad y alta calidad, que están sometidos a notable desprotección, pese a cuidar de valores ambientales y paisajísticos que solo así se mantendrán. 

Un tercer grupo son los ganaderos intensivos pequeños o medianos, sometidos a una endiablada montaña rusa de costes que impide la rentabilidad. Si la comida de los animales se encarece, sus granjas resultan inviables, ya que los precios de la carne o la leche no subirán en igual medida. Son predominantes en las explotaciones de León. Sorprende que aún no hayan tomado conciencia de que tienen intereses propios y de que necesitan con urgencia una voz diferenciada de la de los agricultores. Si no dan ese paso, toda la ganadería recaerá finalmente en los grandes inversores.

Por último, quedan los agricultores intensivos medianos y pequeños, que dominan el campo leonés. Su pervivencia depende de mantener la reserva de agua dentro de León, pero no parecen haberse dado cuenta aún. Ese es su problema central, rodeado de otros compartidos con el resto. Solo una Autonomía Leonesa podría luchar por estas singularidades.

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