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León: patrimonio y conservación

21/12/2023
 Actualizado a 21/12/2023
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Un paseo cultural por los pueblos de León evidencia que en la mayoría de las iglesias existe patrimonio: retablos, artesonados y cubiertas, libros, imágenes, altares, pilas bautismales, capiteles, portadas, coros o el propio edificio, según la localidad. La gestión más frecuente en otros tiempos fue el traslado a un museo más o menos lejano de las piezas consideradas especialmente valiosas.

Contra esta dinámica, invasiva para la comunidad que adquirió los bienes, muchos pueblos optaron por la resistencia a cualquier traslado del patrimonio; objetos sufragados durante generaciones por los vecinos. El expolio llevó al enfrentamiento con algunos curas, con el obispado e, incluso, con la autoridad civil. Afortunadamente esa sustracción es cada vez más infrecuente en la actualidad. 

Lo que explica la militancia contra el expolio de las iglesias en León es que los templos, pese a estar intitulados por la iglesia desde hace poco tiempo, eran de los concejos, de sus miembros. La mayoría de las iglesias parroquiales son centros de reunión edificados en hacendera por los vecinos. Por eso la norma es que cada pueblo de León tenga una iglesia con su cementerio, carentes en gran medida de monumentalidad. Ese templo representa a la comunidad, que se reconoce en su iglesia.

La erección de parroquias es diferente entre regiones colindantes. En Galicia –salvo en Valdeorras y Trives, que tienen raíces cisastures– la mayoría de las iglesias fueron promovidas por notables de la zona. Allí agrupan fieles de varios núcleos de población. En Asturias es similar en gran parte del territorio. En la Tierra de Campos las iglesias fueron elevadas por señores, a mayor gloria de su promotor. Suele haber más de una iglesia en cada población.

Esta forma diferente de relación entre pueblo y religión provoca que la preocupación por su patrimonio también lo sea. Las obras hoy más destacadas proceden de adquisiciones decididas por cofradías de vecinos en León. Pueden recibir la atención de vecinal, que las siente como propias porque, en el fondo, lo son. Hay que encontrar fórmulas que destaquen en cada pueblo las piezas más valiosas y singulares artísticamente. Proteger las piezas más pequeñas con vitrinas o explicar cada pieza con una cartela contribuiría a estimular el orgullo colectivo de los pueblos y el compromiso de los vecinos con el solar de sus ancestros. 

Los pueblos de León son producto del esfuerzo colectivo secular en una sociedad de aldea de pequeños propietarios semiautónomos; propietarios profundamente implicados con mantener lo comunal simultáneamente. Pongamos en valor ese patrimonio y su peculiar ecosistema social.

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