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Inocente, inocente

31/03/2024
 Actualizado a 02/04/2024
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Las televisiones autonómicas llegaron primero a las comunidades autónomas a las que fue llegando primero, también, todo lo demás. Las visitas, cuando venían a rellenar los tapers (entonces aún conocidos como fiambreras), nos hablaban de programas que, desde esta tundra, sonaban poco menos que a haber conquistado el futuro o, cuando menos, la gloria de Hollywood. Si algo caracteriza a la sociedad de nuestro tiempo es que la televisión marca el destino de la emigración, así que las comunidades que no tenían televisión propia fueron enviando habitantes a las que sí tenían, como si además tuviesen que garantizarles las audiencias. Pasaron varias décadas antes de que Castilla yLeón contara con su propia televisión, en la que hoy trabajan grandes profesionales pero que disfruta de una financiación cuando menos cuestionable porque, como casi todo lo demás en esta comunidad de vecinos mal avenidos, se emplean grandes cantidades de dinero el público en contentar intereses privados. Aquí lo de ser pioneros no lo aplicamos tampoco a la televisión, sino que lo limitamos a dejar entrar a la ultraderecha en el gobierno y a permitirles ahora cambiar el significado de la palabra concordia, como ha vuelto a demostrar esta semana Vox, con el asentimiento cada vez más bochornoso del Partido Popular, aprobando una ley que equipara a verdugos y víctimas y blanquea el franquismo, algo que tampoco nos debería sorprender tanto porque, aquí, hay demasiadas veces en que el tiempo sólo parece haber pasado en el calendario y no en determinadas actitudes.

‘Inocente, inocente’ era uno de esos programas que despertaban nuestra envidia, un programa en el que se hacían bromas a famosos con rudimentarias cámaras ocultas y la complicidad, y a menudo la crueldad, de su entorno más cercano.Hubo episodios memorables: Lauren Postigo, Sofía Mazagatos,Chechu Biriukov... Estos días recordé uno que le hicieron a El Gran Wyoming: viajaba en un ascensor con dos operarios que, en el momento en que la marcha se destuvo entre dos pisos, le comentaron que no les extrañaba nada porque precisamente ellos venían a arreglarlo, pero que justo les acababa de pillar en la hora del descanso, así que sacaron sus bocadillos y hasta le ofrecieron catarlos al locuaz presentador, que la verdad es que se lo olió desde el principio.

Algo parecido les pasó este Jueves Santo a un centenar viajeros que venían en tren y debían llegar a León a las diez de la noche. Media hora antes, en la estación de Sahagún, el tren se detuvo y por las pantallas pudieron leer un mensaje que les explicaba el motivo: el maquinista había terminado su jornada laboral.Por si alguno no se lo creía del todo, el maquinista se sentó entre los viajeros a esperar que Renfe aportara una solución, que llegó en forma de varios autobuses que dejaron a los viajeros en León con casi tres horas (y, según como se mire, unos 30 años) de retraso. 

Las redes primero ardieron contra el maquinista, que no tenía culpa y se convirtió en otro afectado más por el caos en el que, desde que existen, se mueven Adif yRenfe. Al parecer, ya había cumplido el número máximo de horas responsabilizándose de una locomotora y la coordinación para que le reemplazase un compañero en Sahagún no había funcionado, una vez más. Como el enfado ya era evidente entre el personal, que pasó horas en el vagón sin saber cómo ni cuándo terminarían su viaje, desde Renfe aportaron otra excusa que consideraron más apropiada, más sofisticada, algo de lo que los ofendidos no pudieran opinar con tanta naturalidad como del fin de una jornada laboral, que al fin y al cabo es algo que todo el mundo puede comprender, una excusa irritante que se convierte en cruel metáfora de lo que lleva pasando décadas por esta tierra en todo lo que tiene que ver con la política ferroviaria: «León no admite trenes». Así, como Roma no paga traidores. 

Por lo que se refiere a traidores, resultaría muy complicado enumerarlos, porque tanto PP como PSOE han ido repitiendo en los últimos años el mismo procedimiento que Adif y Renfe: culparse mutuamente de ser el problema y al mismo tiempo la solución, mientras derrochan dinero público que siempre llega antes a otros destinos. El irreparable daño medioambiental de la Variante de Pajares, su sobrecoste, el abandono sistemático de Feve, la plataforma logística de Torneros, el soterramiento de SanAndrés del Rabanedo, la línea tercermundista entre León y Ponferrada, la falta de descuentos para viajeros frecuentes, el estudio de viabilidad sobre la reapertura de la Vía de la Plata, el desarrollo de otros nodos, otros trazados, que vacían un poco más tanto León como el Bierzo... Si sacáramos en procesión los proyectos abandonados, las promesas incumplidas y las tomaduras de pelo que hemos tenido que soportar en materia ferroviaria a lo largo de las últimas décadas, no habría braceros suficientes en esta ciudad donde, en cambio, sobran voluntarios para sacar cristos y vírgenes a las calles. Viendo el silencio, la complicidad de nuestros políticos ante la sucesión de engaños, a veces le queda a uno la sensación de estar dentro de un episodio de ‘Inocente, inocente’ y ponerse a buscar cámaras ocultas por todas partes.

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