Ante la demolición de las instalaciones de la Central Térmica de Compostilla, hay colectivos que reclaman su conservación. Por lo leído, argumentan que es un elemento identitario del Bierzo, que la central térmica podría volver a funcionar y que tiene un valor patrimonial musealizable. Parecen razones inconsistentes.
La central térmica de Compostilla es una ruina industrial, similar a varios cientos de ellas extendidas por todo el mundo, por lo que carece de singularidad. Además, hay otros centenares en funcionamiento, que devalúan su carácter identitario. Tampoco se plantea su reactivación. Solo funciona la central térmica de As Pontes, adaptada para quemar también gas a fin de prolongar la vida útil. Aun así, su cierre está previsto.
No hay necesidad de centrales térmicas de carbón porque el suministro energético está garantizado por el resto de recursos de generación. La producción eléctrica ahora es menos agresiva con el medio ambiente que fue el carbón y resulta también más barata. Como dato aleccionador, la energía eléctrica fotovoltaica en la red nacional superó a la nuclear en agosto. Item más, durante varios días de este año el parque térmico de gas estuvo apagado, porque las necesidades de REDESA se cubrieron con fuentes renovables.
Respecto al valor patrimonial, si nos ajustamos a la Ley de Patrimonio Histórico autonómica, Compostilla no se ajusta a la consideración de monumento: “construcción u obra producto de actividad humana, de relevante interés histórico, arquitectónico, arqueológico, artístico, etnológico, científico o técnico, con inclusión de los muebles, instalaciones o accesorios que expresamente se señalen como parte integrante de él, y que por sí solos constituyan una unidad singular.”
La central térmica del Museo de la Energía sí es singular; Compostilla, no. Respecto a la musealización, la falta de afluencia al extraordinario museo de la vieja térmica es un problema irresuelto, aun constituyendo el mejor proyecto museográfico de León y uno de los mejores del país. Musealizar Compostilla carece de interés. Las chimeneas de Compostilla, cuya demolición se debate, contaminan visualmente el Bierzo desde el mirador de Congosto al de Corullón; una agresión horrenda en la belleza paisajística de la Olla Berciana. Además, la conservación tendría un coste alto e improductivo, por sus dimensiones.
No sirven para nuevas utilidades e interfieren en el desarrollo industrial de los casi cuatro millones de metros cuadrados de suelo que yacen a sus pies. Destinar uno de los mejores emplazamientos industriales del Bierzo para unas ruinas parece algo poco meditado, un impulso irracional.