Región

La exposición ‘Región (Los relatos). Cambio del paisaje y políticas del agua’, que se puede visitar estos días y hasta el 27 de mayo en las salas de FCAYC y Musac, presenta cientos de piezas que ilustran la historia de transformación del paisaje que tiene su cristalización completa en nuestros días

Bruno Marcos
19/12/2017
 Actualizado a 17/09/2019
Vista de una parte de la exposición ‘Región’ que puede visitarse en el Musac hasta el 27 de mayo, otra parte está en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia.
Vista de una parte de la exposición ‘Región’ que puede visitarse en el Musac hasta el 27 de mayo, otra parte está en la Fundación Cerezales Antonino y Cinia.
A mediados del siglo XIX España era un país decadente, a punto de perder sus últimas dos colonias, inmerso aún en las fantasías de ser un gran imperio. Cuando las gentes bienintencionadas de entonces miraron con realismo a la patria encontraron un país atrasado, ineficaz, oligárquico, con más de la mitad de la población analfabeta y mal alimentada.

España, en aquella época, era un país agrario, la agricultura suponía tres cuartas partes del producto interior bruto, y era extremadamente seco. Los progresistas de aquel tiempo elaboraron un plan para que el agua regenerase el suelo y así la nación. Su idea fue apresar las cabeceras de los ríos y embalsar sus aguas para transformar decenas de miles de hectáreas en regadíos. El proyecto fue tan convincente que persuadió a todos los gobiernos siguientes, a la monarquía, a la dictadura de Primo de Rivera, a la segunda República, a la dictadura de Franco y al periodo democrático. Su materialización supuso una operación de enorme magnitud a la que se unió enseguida el incentivo de la producción hidroeléctrica. El desarrollo de la política hidráulica trajo, acompañando al progreso, la desaparición de valles y pueblos, la reubicación de poblaciones enteras y un gran programa de colonización interior con la creación de más de trescientos nuevos municipios en todo el territorio.La exposición ‘Región (Los relatos). Cambio del paisaje y políticas del agua’, que se puede visitar estos días y hasta el 27 de mayo en las salas de FCAYC y MUSAC, presenta cientos de piezas que ilustran la historia de ese plan de transformación del paisaje que tiene su cristalización completa en nuestros días, así como su relato paralelo en muchas otras regiones de España y del mundo. La exhibición comienza en la sede de Cerezales del Condado donde se pueden ver materiales correspondientes a las primeras ideas sobre política hidráulica y de las expresiones estéticas del paisajismo español contemporáneas a ellas. Lo más antiguo son los cuadros de Carlos de Haes, prestados por el Museo del Prado, que son los primeros ejercicios realistas de pintura al aire libre representando las dos zonas puestas en relación, la llanura y la montaña. También se muestra el gran cuadro ‘Autoridades del pueblo’ (1920), en el que Zubiaurre pinta la esencia de esa España seca, o la obra maestra de la etapa muda de nuestra filmografía, ‘La aldea maldita’, que narra la historia de un pueblo abandonado por sus habitantes ante la pertinaz falta de lluvia. Uno de los casos de estudio especialmente tratados es el del embalse del Porma, del que se cumplen 50 años y en el cual se dio la circunstancia singular de que uno de sus ingenieros fuera el escritor Juan Benet, que elaboró, durante el periodo en el que construyó la presa, la novela ‘Volverás a Región’, en la que mitifica el lugar que se iba a anegar bajo las aguas. De Benet se presentan los mecanoescritos originales de su libro, fotografías de esos años en Vegamián, el mapa de la zona, Región, que dibujó con los topónimos de la novela y una película filmada por él mismo en la que se ve cómo la montaña próxima sirvió de cantera para la presa que transformaría el valle en un pantano.En la parte de la exposición expuesta en Musac el caso tratado es el de Riaño, que cumple 30 años. Un embalse aplazado desde principios del siglo XX y cerrado finalmente en 1987, cuya singularidad se da en el hecho de producirse en plena democracia con gran libertad de prensa, lo cual hizo visible el enfrentamiento de todas las partes implicadas.Se exhiben en su sala varios archivos personales, coleccionados de manera doméstica por personas que vivieron aquellos momentos, como el periodístico de Luis Ángel González Valbuena o el de movimientos vecinales y ecologistas en contra de la obra de Sagra Pérez Astobiza. Destaca un gran mural de más de trescientas fotografías tomadas por un vecino, Miguel Carracedo, de las casas que iban a desaparecer bajo el agua.Además ambas sedes presentan documentos técnicos, los planos originales con los que se levantaron las dos presas, fotografías aéreas sobre las que los ingenieros ensayaron el dibujo de la cota de inundación, o expedientes de expropiación o litigio procedentes del archivo de la Confederación Hidrográfica del Duero. También están los documentos del Congreso de los Diputados con la firma manuscrita de Franco ordenando la construcción de los dos embalses.

En las dos salas estos materiales conviven con el trabajo de artistas actuales que, como Haes, han salido al campo para representar ese paisaje hoy transformado por la políticas del agua. Anne-Laure Boyer está elaborando el mapa de los pueblos desaparecidos de toda España a través la memoria y propiciando un vínculo de fraternidad. Juan Pablo Ordúñez/mawatres reconstruye, mediante un paseo en barca, las calles inundadas y plasma, en otra pieza, el deseo de los desalojados por que el nombre del pueblo donde nacieron siga apareciendo en sus documentos. Chema Sarmiento, durante un vaciado del embalse del Porma, bajó a las ruinas a filmar los fantasmas junto a Julio Llamazares. Carlos Irijalba presenta, con una perforación de treinta metros, la acción natural en el paisaje. Daniel G. Andújar cruza al azar textos y noticias del agua. Manolo Laguillo recorrió a pie los ríos de ese paisaje cambiado fotografiándolos. Rogelio López Cuenca y Elo Vega, denuncian en su pieza a quienes se apropiaron del agua. Abelardo Gil-Fournier captura las canciones populares de labor que se perdieron al perderse los secanos. Valcárcel Medina dibujó una de sus arquitecturas imposibles en la que hace convivir pueblo y pantano. Hamish Fulton dirigió una caminata colectiva en una de las carreteras que se sumergen en las aguas del embalse de Riaño e Ibon Aranberri reconstruyó la arcada de entrada al palacio de los Allende, que llevaba desmontado y abandonado entre ramas treinta años.

Bruno Marcos es uno de los comisarios de la exposición ‘Región (los relatos).
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