10/01/2016
 Actualizado a 07/09/2019
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La verdad, tampoco se vive tan mal sin gobierno. Igual de bien o igual de mal que con él, me refiero. La tierra sigue girando sobre su órbita, Angela Merkel sigue diciendo lo que tenemos que hacer y los tertulianos continúan hablando como si supieran lo que dicen. Jode porque no puedes culpar a nadie en concreto de tus males. Las iras se dispersan. Los que habitualmente hablaban con su televisor, que son muchos más españoles de los que parece, sienten ahora que están hablando solos, como si alguien les escuchara antes. Ya no hay torpeza del presidente ni arrogancia de los ministros. Sale el paro y los políticos se miran entre ellos. Mus. Hasta hace un mes, cualquier cifra era motivo de lanzar un órdago por parte de algún político, incluidos losmás de 40.000 parados que aún hay en la provincia de León, pero ahora se dan todos mus y están tan contentos. Nada va con ellos. La palabra que copa todos los discursos es ahora estabilidad. «La necesaria estabilidad». Se entiende que ellos se consideran estables y que se creen capacitados para transmitir su estabilidad al país si asumen el mando. En concreto, su estabilidad es más económica que emocional, al contrario que la del resto de los españoles. Si algo han demostrado las pasadas elecciones es la debilidad de todos y cada uno de los partidos, su verdadera naturaleza, sus debilidades, su complejidad, sus ambiciones enfrentadas y que en su orden de preferencias primero está su casa y luego el Estado. ¿Por qué, entonces, tenemos los demás que desear para nuestro gobierno una estabilidad que no tenemos en nuestras respectivas casas? Yo no les veo tan incómodos en esta situación en la que ninguno gana pero tampoco ninguno pierde y, sobre todo, ninguno se desgasta. Pase lo que pase, recuerdan que estamos todos en funciones y queda resuelto el asunto. Personalmente lo que peor llevo es que, ante la falta de decisiones susceptibles de ser criticadas, parece que nos obligan a todos a opinar sobre las ropas de los Reyes Magos, aunque en realidad no me importen las ropas, ni los reyes ni si son los padres, las madres o resulta que ahora son los alcaldes. Anda el país como un niño que después de Navidad no es capaz de montar los juguetes que le han regalado. A veces parece que al puzzle le sobran piezas y a veces parece que le faltan. Los que más desorientados han salido de la Navidad son los catalanes, que de tanto hablar de sí mismos han perdido definitivamente la razón al querer combinar anticapitalismo, nacionalismo, fascismo y sin embargo no poder evitar que les siga pasando exactamente lo mismo. En León ya tenemos superados todos esos complejos. Han sido muchos años de luchar contra una autonomía que no nos representa y de descargar con Pucela. Ahora ya no dudamos de nuestra identidad. Es por eso que un grupo de aficionados de la Cultural va a viajar a Doha para animar a la selección sub-23 de Qatar. Luego, de regreso a León, gritarán desde la grada llamando mercenarios a los jugadores porque no sienten ni el escudo ni los colores.
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