Corro de Boñar: 'Los que avisan desde la cuna'

Pedro Alvarado ganó su primer corro y Tomasuco volvió a subir a pesados y nuevamente ganó, completando Víctor y Moisés

Fulgencio Fernández
13/10/2018
 Actualizado a 15/09/2019
Los campeones de la Liga 2018 que este viernes finalizó en Boñar; Omar Liquete, Tomasuco, Moisés Vega y Víctor. | SAÚL  ARÉN
Los campeones de la Liga 2018 que este viernes finalizó en Boñar; Omar Liquete, Tomasuco, Moisés Vega y Víctor. | SAÚL ARÉN
«Los que amenazan desde la cuna acaban campeones de paisanos». La vieja sentencia del recordado Heraclio tenía ayer tanto sentido como cuando la dijo el de Escalada, el día que vio ganar a su hijo Álvaro. «Desde la cuna es luchador», insistía.

Y tuvo sentido ayer por dos veces en Boñar, en dos momentos. Cuando Pedro Alvarado, 19 años, ganó su primer corro senior en semipesados ante el histórico Sansón; y unos minutos más tarde cuando Tomasuco repitió gesta y la segunda vez que subió a pesados sin necesidad —lo hizo antes en Manzaneda— también ganó el corro, en una final tremenda con Cristian. Y para que quedara claro que existe la llamada de la sangre allí, en primera fila, estaba su sobrina —la hija de Davizuco— con la misma pasión que unos años antes era el propio Tomás el que animaba a David en primera fila. «Es clavada a él cuando iba a ver a David, un veneno», confirmaba la madre. 

En el corro del Pilar de Boñar siempre pasan cosas. Tal vez siempre pasan cosas cuando hay tensión en la grada y se transmite a los luchadores. Y ayer nuevamente la había. Es otra lucha.

El primero que responde a la definición de los que amenazan o avisan de la cuna llegó en semipesados, con Pedro Alvarado, de Cistierna. Nació con sangre luchadora, el Alvarado extendido por la montaña es el mismo de Antonio, el patriarca vivo de la lucha desde Remolina, con 106 años.

Pedro Alvarado recordaba cuando su madre le tenía que llevar a todos los corros luchando en base Sólo 19 tiene Pedro y ya ganó su primer corro en una categoría complicada. De los Alvarado que van a sonar en muchas más ocasiones pues son tres los que andan por los corros. «Éramos cuatro pero el mayor, que yo creo que era el mejor, lo dejó en juveniles», explica y añade entre bromas el feliz campeón. «La edad, ya se sabe».

Pedro avisaba desde la cuna y se veía venir. Cada vez que se metía en semifinales alguno de su grupo avisaba: Cuidado con Pedro...». Y ayer era verdad, pero viene de lejos pues ya ha sido campeón en todas las categorías, todos los años: «Yo creo que menos el primer año sí he ganado siempre».

El chaval no borraba la sonrisa aunque ayerno estaba en la grada alguien que le hubiera gustado que le viera ganar su primer corro.
- ¿Tú padre?
- ¡Qué va! No viene nunca, dice que hay muchas lesiones.
- ¿Tú madre?
- Ella sí que me ha llevado a todas partes, desde niño. ¡Y menudas chapas me metía cuando no luchaba bien!, entre ella y Lucas, el padre de Rodri, nos ponían al hilo.

No puede parar, tampoco le dejan, pasan todos a felicitar a este chaval de planta impresionante del que dicen que tiene menos miedo que la vaca de El oso de Pallide a los que la ordeñan en Gran Hermano.

Y no lo tuvo fácil, pero el chavalya avisó en el primer combate cuando mandó en el tren de vuelta a casa al campeón de pesados, Liquete, que ayer bajó para poder competir en este peso en el Ribera contra Montaña («ya no saben qué hacer», decía un montañés).

Y en la final le esperaba un motivado Sansón, con ganas de ganar un corro después de meses y poder tirar los cohetes que traemos en el maletero.

Pero no pudo ser. La tarde empezaba a ser de los que amenazan desde la cuna y Pedro Alvarado...

Y si LIquete bajó a semipesados (también El Tigre) Tomasuco subió a pesados. «A ver qué pasa con los trasvases», decía Escobar el de Matallana, que se las sabe todas.

En primera fila, animando, como hacía Tomasuco con su hermano David, estaba ayer la hija del citado David Y pasó que zumbaban en todas las direcciones en pesados. Que Tomasuco y Bulnes se pegaron una paliza para enmarcar y demostraron que no hace falta dar muchas caídas, pero sí luchar. De hecho una nula que les pitaron fue un prodigio de cómo un tipo como Tomás puede volver a la vida desde un infierno que ya apuntaba a una entera en su contra de libro. Y en la final le esperaba Cristian, en forma, en su casa y con la seguridad de ya haber ganado el subcampeonato pues el otro aspirante -Jesús Quiñones— se fue a casa junto a su rival en cuartos —Álvaro el de Boñar— por no darse ninguna caída.

Pero salió ese Tomasuco que es una mezcla del niño que gritaba en primera fila y un paisano duro como su abuelo Uco. Y se llevó a Cristian, en palabras de Villayandre, «con una mezcla de lucha y arrastre».

Nueva gesta. A nadie sorprendió pueséste también avisó desde la cuna.

Yno desde la cuna, pero sí desde el corro, vienen avisando Víctor Llamazares yMoisés Vega, que estos no saben de novedades y se llevaron el corro en ligeros y medios... como es costumbre de la casa.

Ligeros empezó con sorpresa y el chaval Cerezal sacó la raza de Corcos y mandó para casa a un Filín que todavía una rato después miraba como si no entendiera nada. «Es que le tiraron en el túnel de vestuarios», tenía que aguantar de fuego amigo.

Víctor caminaba con paso firme. Cerezal cayó ante Busi y fue éste quien cogió el testigo de la esperanza en la sorpresa pues no en vano el apodo que lleva no es otro que el del negocio familiar... en Boñar.

Y se vieron en la final. Busi fue valiente, parecía que hacía temblar a Víctor en el arranque inicial pero el de Valderrueda, El Hombre Tranquilo, primero templa los ataques, después serena el combate y finalmente remata. Y eso hizo. No había sorpresa.

Tampoco la hubo, vaya por delante, en medios, donde conscientes de que La Roca sólo está «para chocar contra ella» se entabló otro debate, con cómo agarra ese luchador que impresiona con su estado físico: Lixer Campos. Adri no sabía muy bien qué le había ocurrido. «Me deja como suelto, no agarra atrás, te coge como el volante de un camión y no supe qué hacer». Santi le reconocía que «a mí también me sorprendió la primera vez». Y Moisés, que esperaba para lucharle la final, sonreía al biés, como diciendo fijaros en cómo se hace, y tenía razón. No le dio ninguna opción y aunque también salió Lixer «como un trueno» la tormenta no movió a La Roca, que esperó y remató, como siempre hace.

Y aunque no se lo conté por orden así fue el último corro, el del Pilar, de los que siempre ofrecen cosasy dejan imágenes para el recuerdo, hasta entre los espectadores, al ver salir a los cuatro hermanos Villayandre juntos, camino de Castrillodel Porma. Mucha lucha en su historia. Y en sus recuerdos.
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