No obstante, la diferencia puede ser significativa de llenar el depósito en según qué estación de servicio de la provincia. El ahorro alcanza los ocho euros a la hora de llenar un depósito medio de 55 litros. Así, en el caso de la gasolina 95 el repostar en Riaño costaría 75,40 euros mientras que pedir un ‘lleno, por favor’ en Castrillo de la Ribera se quedaría en 68,15 euros. En el caso del gasóleo A sucede parecido, un ahorro de más de ocho euros de hacerlo en, por ejemplo, el surtidor del Jardín de San Francisco (69,80 euros) a otros más económicos como los que tiene E.Leclerc (61,33 euros).
Diferencias también en el precio del combustible entre León y Ponferrada. Si el precio medio del gasóleo A de las 15 estaciones de servicio de la capital se sitúa en 1,212 euros por litro, en la localidad berciana y en sus 14 gasolineras asciende a cuatro céntimos más. Lo mismo sucede con la gasolina que en la ciudad de León tiene un coste medio por litro de 1,317 euros y en los surtidores ponferradinos aumenta hasta los 1,361 euros por litro de combustible.
Aunque para diferencias las que hay entre las gasolineras más caras y más baratas de España. En Tenerife se pueden encontrar estaciones de servicios con gasolina a 0,889 euros por litro y diésel a 0,859 euros por litro, mientras que en Baza (Granada) hay un surtidor que vende los mismos combustibles a 1,489 y 1,399 euros por litro, respectivamente.
Siempre pendientes del precio
Las continuas variaciones a las que está sometido el mercado del carburante hace que los leoneses tengan que estar siempre pendientes de los carteles anunciadores de los precios en las entradas de las gasolineras. Así, en el presente año podrán haber advertido subidas generalizadas y un ligero repunte en las últimas semanas, después de alcanzar el máximo anual en el mes de mayo.
Actualmente, los precios en la provincia leonesa se sitúan ligeramente por debajo de la media nacional (gasolina 95 en 1,337 euros el litro y gasóleo A en 1,232 euros el litro).
Tanto en León como en el resto de España, el coste más alto que se pagó por los combustibles para coches llegó en 2013. Desde entonces hubo un período de caída generalizada de los precios que duró hasta el año 2016, momento en el que se alcanzó el mínimo de la década y sirvió de punto de inflexión para volver a subir hasta 20 céntimos más por litro. Habrá que seguir con un ojo puesto en la carretera y otro en el consumo.