"Ya no somos para jugar la partida"

Ángel Juan Álvarez era el último ganadero de Villadepán y su último vecino. Hace un año dejó el ganado y pasaba largos ratos con Alberto, de Valbueno, que también fue muchos años el único habitante del pueblo y que ahora lamenta la pérdida del amigo

Fulgencio Fernández
04/04/2021
 Actualizado a 04/04/2021
Ángel de Villadepán, falleció esta semana en su pueblo. | JAVIER_FILMING INST.
Ángel de Villadepán, falleció esta semana en su pueblo. | JAVIER_FILMING INST.
Curiosamente en la misma comarca —aunque ‘a la otra esquina’— donde se está produciendo el regreso de los hijos del pueblo (en Trascastro) ha sucedido estos días exactamente lo contrario y que, por desgracia, viene siendo lo más habitual. En Villadepán falleció a los 76 años Ángel Juan Álvarez García, el referente del pueblo, la puerta abierta en Villadepán, su último ganadero aunque ya había dejado este oficio hace algo más de un año. Ángel era uno de esos tipos con cara de buena gente pero realmente era mejor aún de lo que parecía, trabajador, buen conversador, tranquilo... Andaba algo mal y hace unos días le preguntaron a su amigo Alberto, de Valbueno, por él y éste hizo votos por creer en lo mejor: «Ángel es duro».

No fue posible.

Conocí a Ángel por un reportaje a Alberto, que iba a pasar la Nochevieja solo en Valbueno, creo que la del año 2016.

- ¿Qué vas a hacer?
- Pues iré a Villadepán a buscar a Ángel, que también esta solo e iremos a Garueña a jugar la partida al tute con otros dos de allí. Ya ves, tenemos que reunir de tres pueblos para echar una partida».

Lo recuerda Alberto y cuando hablamos sobre la muerte de Ángel dice: «Ya no quedamos ni para jugar un tute entre cuatro».

Y es que aunque en Valbueno este año, seguramente por lo de la pandemia, hay más vecinos en el pueblo Alberto mantenía la amistad con Ángel como preferencia. «Si es verdad es andaba pachucho, le fastidiaba una hernia que sabía que la tenía que operar pero tenía miedo con todo este jaleo del Covid y lo fue dejando... Además, no somos muy de cuidarnos, quería llevarlo a consulta y decía que no».

Y para ilustrar esa bondad sin alharacas de Ángel repite en la conversación un pasaje. «Teníamos bastante relación, éramos los dos que estábamos por aquí. Cuando vivía su hermano como estaba enfermo no se movía de casa para cuidarlo. Ángel era así».

Claro que lo era. Un tipo de ley, buena gente, una puerta abierta...
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