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Una realidad insultante

17/05/2020
 Actualizado a 17/05/2020
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No están los tiempos como para juegos malabares. No tienen sitio. A pesar de que el Gobierno se haya convertido en una comuna de prestidigitadores pésimos, de magos de ínfimo nivel sobre el escenario de La Moncloa. El último truco –una charranada de número– lo ha protagonizado la ministra portavoz del Ejecutivo, la listísima María Jesús Montero (ojo, no confundir con Irene Montero, la de la manada de Pablo Iglesias), esta misma semana.

¿Y dónde está el truco? ¡Ay, queridos! En saber vestir al santo. Y ante las voces que, con motivo de la crisis pandémica, abogan porque los ministros se reduzcan los dineros o, en su defecto, se supriman algunas de las carteras –que las hay regaladas como la del comunista e incompetente Alberto Garzón– la responsable de la portavocía ‘sanchista’, tan alambicada y fifí ella, dice que eso es populismo (¿populismo?) y que nanay. Que ni un céntimo. Y se queda tan pichi. Tan fresca. Con los dineros de la ministrada no va la cosa. Sólo le faltó decir que no se juega. Ya lo hacen ellos con la dignidad ajena.

Las declaraciones de la señora ‘portavoza’ tienen que hacer hervir la sangre a miles de personas, a miles de familias vulnerables que llevan desde marzo sin palpar un euro en el bolsillo. Gente que está pasando las de San Quintín mientras ve, indefensa, cómo la catástrofe llama a su puerta. Es una humillación que no tiene nombre. Y, luego, esta izquierda caótica y descerebrada tiene la desfachatez de atacar con su zarrapastrosa artillería a la iglesia Católica, comunión que, mediante Cáritas, viene volcándose en favor de quienes lo están pasando francamente mal. Pero se trata de curas y de monjas.

Entre esto y la maquillada falta de libertades –que también está ahí, gracias al comunismo de los socios del PSOE y de las tragaderas de Sánchez– es una vergüenza lo que viene ocurriendo en el país. El Gobierno, desde la atalaya de sus privilegios y prebendas, cabalga la España arruinada como si fuera su finca particular. Y se la bufa. ¿Sensibilidad?, la desconocen. Y eso de poner en práctica un gesto solidario para con los más desfavorecidos, se la trae al pairo. Ahora bien, lo de nombrar, hace unos días, tropecientos nuevos asesores con unos sueldos de tres pares, no. ¡Vaya ruina de España y vaya tomadura de pelo!

No hay por dónde coger a este Gobierno. Es un despropósito en sí mismo. Un mal sueño. Y cuando por imperativo de Bruselas tengan que meter la tijera –que poco falta para el corte y confección intitulado–, no les temblará el pulso. Irán a lo fácil. A los de siempre. A los trabajadores y a los autónomos, a los pensionistas y a los desempleados. A los más débiles. Dicho evangélicamente, a los desheredados. Todo dicho.
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