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Turismo interior

03/06/2020
 Actualizado a 03/06/2020
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Después de todo, habremos sacado de esto que nadie volverá a decirnos: no es opinión, son datos. Los datos han quedado invalidados como fuente de objetividad, incluso la propia objetividad ha resultado gravemente herida. No llego, como Berkeley, a negar la objetividad, es decir, la existencia autónoma de los objetos, ajena al sujeto, pero creo que ha quedado demostrado que nuestra realidad, la propia, la de cada uno, la única realidad que verdaderamente nos importa, es absolutamente subjetiva. No digo que no exista nada independiente de la percepción, pero ese algo no nos interesa. Ahí tenemos al gato de Schrödinger, que estaba vivo o muerto en función de si alguien levantaba o no la tapa de la caja para comprobarlo.

Si esto es así, debemos añadir que nuestra percepción del mundo va cambiando con los años, se va construyendo en función del mundo que vamos conociendo, conquistando, haciendo nuestro. Lo grande y lo pequeño, lo malvado y bondadoso, lo horrible y hermoso, lo son en gran medida en virtud de ello. Sin embargo, lo que no cambia, tampoco con los años, es la cuesta que sube a El Pino, por el Camino Hondo, que sigue picando en las piernas y en el pecho hoy igual que cuando era niño.

Lo cercano y lo lejano también se va modificando. De niños, en Benavides, nos íbamos de excursión a El Pino, a la Caseta del Monte, a la Laguna de Moral, al río. Auténticos viajes que exigían programación, que desataban el nerviosismo la noche antes y a los que íbamos provistos con merienda y cantimplora como si al confín del planeta nos dirigiéramos.

Después, al ir creciendo, como una moda estúpida, los viajes se valoraban más o menos en función de la distancia kilométrica. Los destinos cercanos han sido despreciados, sustituidos por cualquier otro lugar siempre que esté lejos, aunque sea un secarral. En mi opinión, otra de los beneficios que podemos extraer es que vamos a descubrir toda la belleza que tenemos al lado, esos paraísos a los que se puede ir casi en bicicleta, para los que hemos tenido los ojos vendados durante demasiado tiempo. Turismo interior, dicen y yo me apunto, en su doble sentido, pues no habrá mejor viaje que el que hagamos hasta nosotros mismos, tan cerca y tan lejos a un tiempo.

Y la semana que viene, hablaremos de León.

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