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Trump y mi tío de California

11/01/2019
 Actualizado a 15/09/2019
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Trump quiere construir un muro entre México y EE UU. Ha dicho que hay una «crisis humanitaria y de seguridad» en la frontera sur del país. Que los inmigrantes son criminales. Mi tío tiene otra opinión.

¿Y por qué les puede interesar a ustedes esa opinión?

Resulta que mi tío es obispo emérito de San Bernardino, California. Mi tío, que tiene títulos por la Universidad Pontificia de Salamanca y la Universidad Católica de Washington, que vivió en Nueva York y Washington en la época más dura, finales de los años 60, 70 y 80, que vivió en El Paso, ciudad convulsa fronteriza con México, y desde los 2000 en California, estado donde habita una gran población hispana; mi tío, nacido en Valdesandinas del Páramo, hijo de labradores con aspiraciones, bilingüe español-inglés, con conocimientos de italiano, alemán y de palabras de todas las etnias –coreanos, filipinos...– que habitan su diócesis de dos millones de católicos; mi tío, ciudadano estadounidense desde hace más de 30 años, que tiene una entrada (breve) en Wikipedia, la catedral de León en su escudo episcopal y uno de los más hermosos parlamentos sobre el amor que escuchado en mi vida –su vídeo circula por Internet–; mi tío, que posee un conocimiento muy agudo sobre su país de adopción porque ha vivido en primera persona y en su epicentro sus grandes cambios, mi tío dice cosas como: «EE UU es el país con más reclusos del mundo después de China, en su mayoría, hispanos y negros, ¿qué pasa que los hispanos y negros son peores personas que los caucásicos?, no, es el sistema judicial, la discriminación». Y pone un ejemplo: «Un día me contaron que una pareja de puertorriqueños había sido detenida y sus hijos pequeños se habían quedado solos. Fui a la cárcel a hablar con el esposo, con la esposa. Él reconoció haber trapicheado con droga, pero que su mujer era inocente. Le creí. Fui a hablar con el juez para que soltara a la esposa hasta que llegara el juicio. Los blancos que delinquen por primera vez no van a prisión; negros e hispanos, sí. El juez me dijo, ‘usted no conoce las leyes de este país: ella se queda en prisión’. Entonces se me ocurrió a la desesperada: ‘Mañana tiene usted aquí a cien personas protestando y a un reportero del New Yok Times’. La mujer quedó libre ese mismo día».

¿Les interesa a ustedes la opinión de mi tío? A mí sí. Se sustenta sobre realidades y, además, les daré un dato estadístico cierto: en EE UU, en proporción, los inmigrantes cometen menos crímenes que los nacidos en el país.
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