A lejado del gentío, del estilo costalero y de las potentes marchas musicales que cruzaban en ese momento el Barrio Húmedo, el barrio de San Claudio estaba anoche a otra cosa. La solemnidad y el silencio se echaron sobre un barrio que sueña en azul de Bienaventuranza. La cofradía homónima organizó un año más su Solemne Via Crucis Procesional, que tomó salida de la parroquia a las ocho y media de la tarde, tras la celebración de una misa.
Sin marchas y con el único acompañamiento musical de un par de tambores durante el recorrido, el Cristo de la Bienaventuranza, el ‘Moreno’, recorrió las calles del barrio en cruz, sin trono, sobre los hombros de siete hermanos, respaldados por los suplentes. Después de cada parada para el rezo del via crucis, el trío de capilla Legio VII interpretaba una marcha fúnebre antes de seguir el paso con el ronco tambor, ante un público reducido pero respetuoso. La cruz del titular de la cofradía llevaba un centro de rosas rojas a los pies, una imagen que era precedida por un buen número de hermanos de fila.
Cabe señalar que hubo más actos en el Sábado de Pasión. Destacó un año más el solemne besapié al Cristo de la Redención, en la capilla del convento de las Carbajalas, que se realizó a las siete de la tarde y cuyas puertas cerraron en cuanto dio comienzo la misa para garantizar el respeto al acto. Previamente, a las seis y media de la tarde, la Cofradía del Santo Sepulcro dio la bienvenida a sus nuevos hermanos mediante una misa de admisión y la correspondiente bendición de sus túnicas, previa a su primera procesión.