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Yo estuve allí

11/09/2021
 Actualizado a 11/09/2021
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La empresa no llevaba demasiado tiempo funcionando cuando recalé allí. Mi puesto de trabajo era de Team Leader, es decir, una especie de supervisora que debía velar por el cumplimiento de unos objetivos.

Cuando Transcom recaló en León, lo hizo envuelta en oleada mediática: declaraciones laudatorias de los políticos, parabienes de los medios de comunicación, desfiles para entrevistar candidatos de todos los perfiles.

Hubo tantos focos y ruido como en este aparatoso retorno de su consanguíneo hermano melódico: el popular cuarteto Abba.

Todas las madres de familia deseaban que sus retoños trabajaran en semejante multinacional. Además, de aquella, el espíritu sueco resultaba toda una novedad: recuerdo una acogedora cocina donde se disponía de refrigeradores para poder conservar los almuerzos y cenas, la impecable puntualidad en la percepción de los salarios, la rigurosidad en el atuendo que exigía traje y corbata en varones y hombros cubiertos en féminas desterrando chanclas y demás atuendos que se consideraban inadecuados. Luego aquello de la vestimenta fue objeto de controversia, no parecía muy coherente exigirle corbata y traje a alguien cuyo salario ronda los novecientos euros.

Tuve buenos compañeros de equipo. Y conocí la profesionalidad de teleoperadores que debían hacer malabares para controlar el tiempo de llamada ofreciendo como podían, calidad, mientras, con las otras cuatro manos que les surgían de no se dónde, debían consultar varias aplicaciones al mismo tiempo a veces soportando las malas pasadas que a menudo nos juega la sibilina informática.

Recuerdo la calidad humana de José Ángel, el compañerismo de Antonio, la elegancia de Mónica, la sonrisa de Pili, la alegría desbordante de Marta, y la dulzura de Sonia a la par de la desesperación de Maite cuando no llegaba a los objetivos.

Evoco también la impotencia y el giro de campaña de aquel fatídico día del atentado. No el que hoy tristemente recordamos en las Torres Gemelas. Me refiero al de Madrid en 2004. Ese día tocaba llamar allí, y paramos la campaña de ventas por motivos de humanidad. La gente atendía al teléfono horrorizada.

Y ahora, Transcom, anuncia que presentará un ERE para 380 trabajadores del proyecto Orange.

¿Una puntilla más en un proceso de recogida de enseres?

Imagino la angustia y preocupación que se vivirá en esos hogares, las noches en vela antes de conocer el veredicto, la voz quebrada por teléfono cada vez que capten cierta mirada de su supervisor, la mirada en vertical antes de entrar al turno a esa inmensa catedral de cristal llamada Edificio Europa que otorga a la avenida cierto aire capitalino.

Aquellas puertas de acceso que durante tantos días se abrieron ante nuestros ojos.
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