Secundino Llorente

Ya es el colmo: «Bullying a los Síndrome de Down»

02/05/2024
 Actualizado a 02/05/2024
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Hoy, como cada 2 de mayo, se celebra el Día Mundial contra el Acoso Escolar. Se pretende concienciar a la población mundial sobre un tipo de violencia que afecta a millones de niños y jóvenes en todo el mundo. ‘El acoso escolar’ es el asunto que ocupa el primer puesto en el ranking de los problemas de un colegio porque sus consecuencias pueden ser graves para el resto de la vida de la persona afectada con episodios de estrés, trastornos de ansiedad, crisis de pánico, depresión o aislamiento social en unos niños cuando están empezando la vida y les afecta de tal manera que incluso pueden llegar al deseo de quitársela. Hoy, Día Mundial contra el Acoso Escolar, se llenan los centros educativos de lazos representativos de color púrpura. Entendemos por acoso escolar el maltrato físico o psicológico deliberado y continuado que recibe un alumno por parte de un compañero o un grupo de compañeros que se comportan con él cruelmente con el único fin de someterlo y asustarlo. Viene a ser la repetición continuada de ofensas de un agresor, o varios, que presumen de superioridad sobre su víctima con insultos, difamaciones, amenazas, chantajes, difusión de rumores, robos o golpes que provocan el aislamiento total del acosado que se encuentra en una sensación de indefensión e inferioridad.

Ya va siendo hora de tomarnos en serio esta panda de depredadores, este sufrimiento. Este mal existe porque lo permitimos. Estoy plenamente convencido de que el acoso escolar finaliza inmediatamente si es conocido por el equipo directivo. Si un profesor, un tutor, el coordinador de convivencia, el orientador o el delegado de clase nos comunica el menor indicio de acoso, se activa un protocolo urgente que tiene como finalidad reanimar al acosado y neutralizar al acosador. Los acosadores escolares pueden llegar a ser crueles, pero son muy niños y es muy fácil ‘anular’ su acoso a esas edades. Sí, queridos lectores, estoy plenamente convencido de que todo acoso finaliza a los cinco minutos de ser conocido por el tutor o el equipo directivo. Lo importante es romper el silencio y encontrar un atajo fiable para descubrir el acoso. Si un asomo o duda de acoso llega a ser conocido por el director, el problema está resuelto. Así de fácil y sencillo. El acoso se alimenta de silencios y se muere cuando se le descubre. «El acoso escolar existe porque lo permitimos». La experiencia de muchos años en la dirección de un centro escolar nos ha llevado a estas conclusiones. Estamos convencidos de tener razón en nuestras afirmaciones. Hoy vamos a avanzar en este tema y nos lanzaremos contra unos abusos impresentables y muy dolorosos. 

Hace pocas fechas, el 21 de marzo, celebrábamos el Día del Síndrome de Down. Es interesante saber por qué se ha elegido precisamente ese día. Fue en 2011 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas designó esta fecha en referencia a la trisomía 21, el nombre del síndrome (que causa tres copias del cromosoma 21: El mes de marzo representa los 3 cromosomas y el día 21, por ser el par 21.

Mi objetivo ahora es unir estas dos fechas: ‘el día del acoso escolar’ y ‘el día del síndrome de Down’. La Razón publicaba esta semana un estudio elaborado por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad que asegura que «ocho de cada diez niños con discapacidad intelectual han sufrido o sufren bullying». La noticia es realmente estremecedora. ¡Cómo pueden ser tan ratas y canallas de aprovecharse de la ingenuidad y la debilidad de estos niños para abusar de ellos de esta manera! Mis queridos lectores, yo les aseguró que esta no fue la vivencia que yo tuve en nuestro instituto en el que siempre hubo al menos un alumno o una alumna de síndrome de Down entre los 666 alumnos. Todo lo contrario: Ellos eran los niños mimados por todos, eran nuestros hijos o hermanos en el colegio, siempre sonreían y siempre estaban esperando ese mimo o esa caricia que todos les dábamos. Por eso no me cuadra esta noticia y por eso ha roto todas mis elucubraciones. ¡Qué valientes se creen esos matones! ¿Cómo puede una persona ser tan ruin y miserable para hacer sufrir a esas almas angelicales? ‘Síndrome de Down Cataluña’ ha puesto en marcha una campaña, en cuyo diseño han participado personas con Síndrome de Down como Laia. Ella tiene ahora 41 años. Lleva cerca de dos décadas trabajando como auxiliar administrativa en una empresa, en la que ingresó tras concluir un módulo en administrativa, y vive sola en un apartamento, donde una vez a la semana recibe apoyo. Laia es una persona con Síndrome de Down, una discapacidad intelectual que, sin embargo, no le ha impedido llevar una vida como el resto de las mujeres de su edad. Ella cursó sus estudios primarios en una escuela ordinaria con total normalidad, pero su paso por el instituto no fue tan satisfactorio. «Cuando Laia tenía 16 o 17 años sufrió bullying por parte de sus compañeros de instituto». Lo asegura su madre que explica que «le hacían comerse cosas, ir al lavabo a vomitar, en el comedor le quitaban comida, en alguna ocasión le cogían dinero o la tarjeta de transporte de la cartera...». Sin embargo, por aquel entonces, su familia no era consciente de la situación que estaba viviendo Laia. Se trata de un colectivo que ya vive muchas situaciones de discriminación y que es especialmente vulnerable porque es posible que no detecte que está pasando por una situación de bullying. A modo de ejemplo, su madre recuerda que «como a mi hija en ocasiones le quitaban dinero del bolso, ahora es incapaz de separarse de él».

Esto sí que es el colmo de la bajeza, ruindad, degradación, cobardía, vileza o infamia de unos muchachos que a los doce años se aprovechan de la debilidad y discapacidad de sus compañeros con Síndrome de Down para abusar de ellos con un acoso escolar «indecente e inaceptable».

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