Regresa la chinche,
oscura y tenaz,
la semilla de la hez y la manzana.
Ubicua y afable,
lo mismo fondas
con cabecera de latón,
que suite y dosel
en el Palace.
De Waterloo a Madrid;
de Londres a Gaza:
no respeta fronteras.
Ah,
la chinche,
humilde parásito demócrata:
solo aspira,
como los bancos,
a chuparte la sangre.