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El virus de blanquear

16/03/2024
 Actualizado a 16/03/2024
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Esta semana se conmemoró el cuarto aniversario de la declaración del estado de alarma debido a la pandemia. Fue un 14 de marzo, misma fecha en la que cuatro años después no se ha declarado el estado de alarma, pero quizás el Estado sí está en alarma. En 2020 el causante fue el coronavirus y en 2024 la amnistía. Esta coincidencia, si es que queremos llamarla así, es puro disfrute para los amantes de la numerología.

Los discursos que he escuchado de algunos de nuestros representantes políticos y de algunos opinadores refiriéndose a lo vivido en esos meses aciagos me parecen un insulto a la inteligencia y, lo que es peor, un ejercicio de blanqueamiento de lo sucedido detestable. Es triste que, a pesar de las decenas de miles de muertos, no doy cifra exacta porque no se conoce ni se conocerá debido a la opacidad gubernamental, todavía tengan la vergüenza de hablar sobre lo sucedido como una gran gesta.

Evidentemente hubo algunas decisiones acertadas y comportamientos ejemplares por parte los ciudadanos, pero lo que es inaceptable es la omisión deliberada de los gravísimos errores que se cometieron y que provocaron la muerte de muchas personas. ¿Qué hacemos con esa parte de la historia, nos olvidamos de ella? ¿De verdad que queremos como sociedad engañarnos a nosotros mismos? ¿No reconocer los errores, obviándolos o utilizando el escudo cobarde de las excusas, es el mejor camino para aprender?

Las primeras semanas fueron un cúmulo de despropósitos. Y no sólo de la clase política, sino de los responsables sanitarios, científicos y también de la mayoría de los periodistas y medios de comunicación. ¿Se acuerdan del mítico «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado» del amigo Fernando Simón? ¿Y de cómo algunos y algunas decían que se estaba intentando sabotear la manifestación del 8M cuando se debatía sobre si sería conveniente o no su celebración para evitar contagios? 

El tema mascarillas es ya un caso aparte. Y no me refiero a cómo hubo buitres que ahora sabemos se aprovecharon de la situación y que espero paguen por lo que hicieron. Lo más increíble fue cómo nos engañaron sobre la necesidad o no de utilizar ese método de prevención. Cuando sabían que no había stock nos dijeron que no servían para nada y después por arte de magia, pasaron a ser obligatorias. Hubiera existencias o no, nos deberían haber dicho desde el principio la verdad. Y así una larga lista de errores de diversa gravedad.

Sé que es mucho pedir, pero necesitamos menos blanqueamiento, que busca eludir responsabilidades, y más autocrítica.

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