01/10/2023
 Actualizado a 01/10/2023
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Como no podía ser de otro modo, con la querencia por lo local, lo popular y lo folclórico que tiene el periódico, por su décimo aniversario La Nueva Crónica invitaba a una verbena y, efectivamente, el viernes noche verbena bien ejecutada salió en la plaza de toros. Eso sí, por mucha etiqueta casual que se hubiese predefinido para el evento, no hubo el menor respeto por ella. Allí se vieron charoles, terciopelos, lentejuelas y mucha, mucha, mucha chaqueta (tanta que alguno seguro que volvió a casa con ella cambiada). 

La velada comenzó (que yo sepa, que llegué cuando el coso ya rebosaba) con un discurso de su director de esos que él tan bien hila sin papel, repartiendo todas las dádivas a que le obligaba la ocasión y con guiño para su mano derecha en forma de chistecito no por conocido menos gracioso y muy oportuno («¡quién nos iba a decir, Alfonso, que acabaríamos actuando en la plaza de toros!»). Luego, escuchamos atentos al consero delegado y para acabar la conferencia nos pusieron un vídeo de repaso de estos diez años de andadura narrado por una niña coetánea (completa ‘birthday twin’) del periódico. 

Un segundo después en las cabezas de la mayoría sonó el bravo ¡al ataque! que toda hueste precisa para ventilarse tres jamones, una marmita obelixca de pulpo, varios quesos y muchos arroces con setas y carrillera. 

Las rosquillas de San Froilán son lo que salvó a la organización de no faltar a la verdad cuando se comparaba aquello con los ‘platillos tradicionales’ que prometían y que en mi mente significaban berza, garbanzo y carne de gallina con tanta claridad que acudí con media tortilla de patata de mi madre entre el píloro y el cardias.  

Mi amiga anfitriona me ponía al tanto del quién es quién mientras un Malikian de pelo corto se marcaba versiones pop con las cuatro cuerdas antes de que el power trío cabeza de cartel hiciese sudar al personal. Las copas animaron el cotarro todavía un poco más, lo justo para la conga y el pogo, que no vi al director bailar porque todavía andaba dando coba por ahí sin probar bocado y soñando con cerrar la madrugada a base de kebab gourmet.

Otro taxi a las tantas nos alejó de allí bien agasajados, bailados y enarenados. 

¡Un placer y a por otros diez años más La Nueva Crónica!

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