16/04/2023
 Actualizado a 16/04/2023
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Divaga la protagonista de ‘Los enamoramientos’, a raíz del atropello de uno de los personajes, sobre cómo convivimos con calamidades que nos rodean, sin dejarnos escozor ni rastro, y cómo se renuevan ante nosotros las desgracias ajenas para que seamos conscientes de lo bien que estamos y después, preguntarnos de qué otros horrores nos habremos librado. Aunque suele ser así cuando los hechos o personas nos pillan de soslayo, no siempre se consigue lo que el personaje de Javier Marías dice y a veces, por muy ajena que te sea la noticia, te provoca escozor y deja rastro. Esa es la sensación vivida esta semana en la que todas las noticias parecían la misma siendo distintas. Y siendo distintas, iban a parar al mismo sitio. Todas, como una pedrada en la cabeza, una letanía contando la misma historia con diferente protagonista, siempre mujer, pero cada vez más niña. Noticias que provocan impotencia, confusión y miedo. Miedo a tener miedo a un niño. Y sí, te preguntas de qué horror se habrá librado hoy la pequeña que tienes en casa, la nieta, la vecina de la coleta y la de ojos verdes. Y también te preguntas de qué monstruos hablan esas noticias, incapaz de imaginar a nuestros hijos o nietos abusando niñas, sin haber abandonado su propia niñez.

Avanza el telediario. Entre la inflación y el tiempo se cuela un instituto del Vendrell, donde cinco menores acorralan a dos niñas en el recreo, las llevan al lugar más apartado posible y las agreden sexualmente. Tres de ellos son ‘inimputables’ por ser menores y los otros dos, de quince años, han quedado en libertad vigilada con la prohibición de acercarse a las víctimas y al centro… Un día después, en Esparraguera, aunque el lugar sea lo menos importante, un chaval de quince años es acusado de violar en su propia casa a una menor de trece. Una semana gloriosa en la que se abrió la caja de Pandora, el arca de los truenos y lo que es lo mismo: «la cueva de la impunidad», como ha llamado a los baños de un centro comercial de Badalona la madre de una niña agredida en ese lugar. Tres meses tardó en denunciarlo y cuando lo hizo, nadie en los servicios sociales municipales le prestó más ayuda que unas pastillas. Entonces se dio cuenta de que no eran seis los agresores, sino todos los que abandonaron a su suerte a la menor: el Centro Comercial, policía, Servicios Sociales y Ayuntamiento. Que saliera a la luz este atentado de seis menores a una niña de once años, ha sido el detonante que ha destapado otra agresión sexual por una manada de diez jóvenes a una chica de diecisiete años, también desatendida después por el guarda de seguridad a quien acudió… Y otra víctima… Y otra… Cuatro investigaciones policiales abiertas por el mismo asunto.

Y una vez más, como siempre que se toca este tipo de delitos, el cinismo como bandera y la duda como estrategia.Se empieza por conjugar desde arriba los verbos ocultar, acallar, silenciar y, si puede, negar los hechos, dando prioridad a la reputación de cualquier colegio, instituto o centro comercial. Esta vez y, ante la falta de apoyo y la habitual pasividad de las instituciones, un grupo de madres han formado el Comité de madres contra la violencia sexual en Badalona, cuya portavoz habla del eterno y ya conocido sentimiento de culpa y vergüenza de la mujer, en este caso niñas, doblemente maltratadas al ser cuestionadas y en muchos casos, olvidadas por la administración. Son muchos los minutos televisivos de profesionales, llevándose las manos a la cabeza ante la proliferación de la violencia sexual ejercida por los menores y proyectan estudiar su situación social, familiar personal, bla, bla, bla… Nada nuevo bajo el sol.

Poco hay que estudiar para ver que hemos fracasado. Que nuestros pequeños están bebiendo en fuentes contaminadas. Su referente de conducta es un mundo virtual agresivo e inhumano que aún no les corresponde conocer. Hay niños consumiendo un porno machista y brutal que imitan con doce años, llenando sus mochilas de rencores, miedos y actos impropios de la infancia, nacidos de horas no vigiladas ¿Dónde está quien debiera cerrarles el paso cuando pretendan salir de la cueva en manada, en busca de hembras con la que ejercer de machos cabríos?Se impone este tema como asignatura obligatoria en los colegios. Se impone que la educación y el sentido común regresen a casa, que los adultos ejerzan de ello, que aconsejen, eduquen y que alguien humanice lo deshumanizado. Y, sobre todo, urge que los niños vuelvan a serlo.

Y así, avanzaba la semana con sus agresiones sexuales diarias, en paralelo a las cavilaciones del personaje de Javier Marías, que estaba leyendo. «Necesitamos sentirnos supervivientes e inmortales a diario, por contraste. Así que cuéntennos atrocidades distintas porque las de ayer, ya las hemos gastado».Y entonces nos contaron que el Dalai Lama abusó de un niño ante el mundo… y el mundo, perezoso y cobarde, calló y toleró. Y un niño buscó a la justicia para descubrirle los ojos. No fue buena idea lo de la venda.
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