Alfonso B&W

Un banquete de muerte

06/02/2020
 Actualizado a 06/02/2020
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Leí el otro día por casualidad un proverbio que parece escrito a medida para el crucial momento que vive esta nuestra tierra. «Aprende a sentarte a la mesa con Judas sin que consiga robarte la paz. Respira profundamente, sonríe y come. Seguro que está buenísimo». Bien podrían haber utilizado este consejo los representantes sindicales para animar a los gestores de la cosa pública a que se sienten a la mesa por el futuro de León. Porque partiendo de la idoneidad de la iniciativa, lo cierto es que me invaden la tristeza y el escepticismo al pensar en sus más que probables resultados. No creo que tarden los comensales en echarse en cara por ejemplo las políticas centralistas de los mandamases autonómicos, los recortes y la falta de compromiso con el terruño leonés durante los años de la crisis por parte de los estatales o la ruina que sus antecesores dejaron las arcas alimentadas por la contribución de todos los españolitos.

Imagino que en breve nos anuncien todos un apetitoso menú de proyectos aderezados con palabras tan nutritivas como laxantes, porque no olvidemos que no es la primera vez que invitan a los leoneses a un banquete digno de Astérix y Obélix que al final nos ha tenido más de una década a base de agua de limón. No quiero ser mal pensado, pero tampoco descarto que todo esto quede en tres aceitunas y dos raspas de cecina que corran una cortina de humo para nublar el horizonte de un debate sobre la autonomía leonesa que resulta ciertamente incómodo en muchos escaños y despachos.

Porque a la mesa se van a sentar muchos de los culpables del problema que se quiere resolver, porque quizá –como ocurre con el ilustre Cuerda– se acuerden de nosotros porque estamos muertos, porque quizá cuando vuelvan a tierras madrileñas y vallisoletanas tengan diálogos similares a uno de los más míticos de 'Amanece que no es poco': «¡Se me está muriendo divinamente, te lo juro! De los años que llevo de político nunca había visto a ninguna provincia morirse tan bien como se está muriendo León. Qué irse, qué apagarse, con qué parsimonia. Estoy disfrutando que no te lo puedes ni imaginar».
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