27/08/2023
 Actualizado a 27/08/2023
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A raíz de la entrega a las jugadoras españolas de la medalla de oro conseguida en el reciente campeonato del mundo de fútbol, se ha armado la marimorena por el beso del presidente de la RFEF Luis Rubiales en los labios de la jugadora Jennifer Hermoso. A lo que hay que añadir su previo tocahuevos en el palco presidencial al cabo del exitoso final. Dos actitudes improcedentes y trascendentes. Enemigos de Rubiales al acecho de cualquier desmadre han aprovechado su doble exhibición sexual para armar una trapatiesta, tras turbios precedentes que han ido deteriorando su presidencia. Nada, pues, más inoportuno para agrandar su descrédito que tocarse las pelotas públicamente y estampar un bico (consentido, según él). Pero hay que ser estúpido, verdaderamente estúpido, al echar por tierra su honra en el evento sabiendo que hay mil ojos al acecho para deshonrarle. 

Es cierto que España es un país pasional. Y que cualquier triunfo se exalta fervorosamente, en comparación con países más fríos en clima y emociones. No hay como ver en pantalla televisiva el impulso de los espectadores ante un exitoso final. La gente se abraza y se besa. Pero, al mismo tiempo, ¿qué pasa además en España? Pues un enfrentamiento político que aprovecha hasta lo más nimio para hacer de simple temblor un terremoto. 

Tras manifestarse altisonante e insultante, pero viendo Rubiales lo que se le venía encima por una tontería de aúpa, se ha disculpado dada la «efusividad del momento, pero sin ninguna mala fe ni mala intención». En otras palabras y de modo indirecto, bajándose los pantalones. Pero, como la politicuza anda ahora en la tesitura de formar gobierno, esas disculpas no dan escaños. Para el presidente Sánchez, por ejemplo, no son suficientes y exigen una aclaración. Más lejos ha ido la vicepresidenta Yolanda Díaz, al calificar el hecho «como un ejemplo intolerable de machismo al haber vejado y agredido sexualmente a una mujer». Es de risa que se acuse a un besuco medallero de agresión sexual. ¿No ha espetado Yolanda dos fuertes bicos en el rostro de Sánchez durante la constitución de la mesa del Congreso?

Es cierto que el besazo y tocahuevos de Rubiales es algo indecoroso y, dado el panorama político actual y unido a sus desaguisados precedentes, una enorme torpeza al no intuir las repercusiones. Pero también es cierto que, en principio, no hubo reprobación por parte de la afectada. A sus palabras me remito. Cuando, en primera instancia, se le preguntó al efecto, esta fue su respuesta: «Ha sido un gesto mutuo totalmente espontáneo por la alegría inmensa que da ganar un mundial. El ‘presi’ y yo tenemos una gran relación. Su comportamiento con todas nosotras ha sido de diez y fue un gesto natural de cariño y agradecimiento. No se puede dar más vueltas a un gesto de amistad y gratitud. Menos aún ganando un mundial y no vamos a desviarnos de lo importante». Si bien con la coletilla posterior de que «no ha estado bien».

Las palabras de Jenni deberían haber sido determinantes para cerrar el caso. Pero, por fuertes presiones, se han evaporado (y hasta puede que tornado) al no conjugar con la oportunidad de sacar a Rubiales de la poltrona. 

 Aunque no te des por vencido y tengas adlátares que te arropan defendiendo sus sueldazos, ‘pobrecillo’ Luis Manuel Rubiales Béjar. Acorralado por todos los lados, ni siquiera te van a dar como atenuante una miaja del éxito mundialista. Hay poderes en este santo país que no conceden ni siquiera la extremaunción si te has subido al guindo con prepotencia y tienes dos heridas de campeonato. 

 

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