26/11/2023
 Actualizado a 26/11/2023
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Chavales, el momento llegar llega. Antes o después tendréis que empezar a aplicar restricciones en las cenas. Carnes rojas, vino, salsas, café, picante, postre. Todo no se puede si queréis dormir algo y hacerlo sin una balsa de sulfúrico en el esófago. Pocas excepciones os merecerán la pena. Pero una de ellas se os adelanta, por majos (que os supongo) y por excelentes las tapas de repollo con comino, cecina y picadillo y su apuesta por los vinos bien escogidos, sobre todo del Bierzo. 

Si se visita la Trébede, se hace excepción, porque ese bar del Romántico es especial. Lo es por su rótulo afrancesado, la calidez del ambiente y unos dueños que parece que van a decir algo como hartos y sueltan otra cosa como muy motivados. Es local pequeño con cuatro o seis taburetes por ahí diseminados que son lo que hay para sentarse pero donde la gente, sabia, se queda mayoritariamente de pie aunque tenga uno de aquellos a tiro. De lo que que sí hay allí abundancia es de soportes para apoyar el cristal a nivel de barra. Una noche de invierno, me quedaría a pasarla entera dentro, por las ganas. Cero acomodaticios, a los años sorprenden con novedades como la tarjeta de visita con una imagen tratada muy chulamente y una camiseta con su logo propio, un dibujo minimalista de una trébede que se parece locamente al símbolo de Einstürzende Neubauten, pero así como en plan celtíbero

El otro día eran cinco personas atendiendo la barra, lo cual era impensable cuando empezó, que parecía el sueño hecho realidad de una pareja bohemia. De aquella fueron recibidos por el Hostal San Martín, el estudio de tatuajes de Fernando, el Ekole, Tráfico de Arte y el Niza en una Plaza de Torres de Omaña mucho menos trajinada y mucho más amistosa que ahora. Desde entonces su tirón no ha dejado de crecer, y de prestigio tampoco carecen, por eso poco les puede importar que les hayan concedido un solecito Repsol. Además de que ya contaban con mi valoración de mejor bar de León de las ultimas dos décadas. Más éxito comercial tampoco creo que puedan ambicionar, pues lo llevan petando muchos años. Pero siempre es reconfortante ver tu negocio descrito en papel con buenas palabras. Y aquí me sumo, al estilo de como podría haberlo hecho la mítica Guía Ajoblanco que editaban los contraculturales: bar de vinos donde quedarse de pie, probar a encender una radio vieja y comer el mejor picadillo del Sistema Solar, La Trébede.

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