Todos lo mismo y por igual

12/04/2024
 Actualizado a 12/04/2024
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Hay incongruencias que no se quebrantan ni con razonamiento, que no razón; esta queda en manos de quienes por ella luchan con la mala leche de una adolescente pavorosa a la que su madre dice que no. Hay incongruencias que se atenúan entre los aplausos de señores trajeados, damiselas sin apuros ni reparos y camisas planchadas que –seguro– huelen a un perfume caro para disimular el hedor de la decepción. Aplauden las frases de estos o de aquellos, igual que en una batalla de gallos, pero sin el arte de la rima.

Se dedican versos desaliñados entre iniciativas que sacan lustre a las incongruencias como Charly a los zapatos del señor Wonka, pero sin trascender sobre la bondad y la familia entre chascarrillos de Roald Dahl. No temen ser incongruentes al bautizar «concordia» a una ley que prefiere hablar de «Franquismo» que de «Dictadura Franquista», como si no fuera a generar discordia. Y dicen que lo de «dictadura» está «implícito», como queriendo evitar la redundancia. ¡Si serán unos puretas del lenguaje los de la Junta! Otra incongruencia. La Junta, que no hace más que desjuntar a base de despliegues masivos que financian una fiesta extraña en cada provincia para reafirmar el sentimiento de pertenencia a un ente gigantesco que lleva en su nombre una conjunción. Esto y lo otro, pero celebramos todos lo mismo y por igual.

Y a los que vamos en vaqueros y deportivas se nos pegan las incongruencias y amenazamos a quienes se prestan a la celebración. Y marcamos una línea roja entre leoneses y vallisoletanos, como si el problema no viniera de los señores de traje y corbata. Como si el olvido de una tierra añeja y la imposición de un sentimiento de pertenencia fuese cosa del que lleva vaqueros y deportivas por las calles de Valladolid. Como si la «Castilla» sobre la que reflexionaban y escribían ‘Los noventayochos’ de Sender fuese ahora –en la era de la política al estilo ‘Sálvame’– algo distinto de los intereses de las altas esferas. Machado rompió entonces los límites del tiempo y escribió desde el pasado una respuesta para el futuro: «Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora». A su colega Lorca lo mató la Dictadura Franquista. Perdón, el Franquismo.

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