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¿Tiene la Cultural calidad para ascender?

18/03/2024
 Actualizado a 18/03/2024
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Puede resultar frustrante, pero la respuesta a esa pregunta se va haciendo cada vez más evidente a medida que avanza el campeonato. Sintiéndolo mucho, parece que no. O eso demuestran los datos de las últimas ¡nueve! semanas. Por más que nos pese a los que esperamos lo mejor del equipo, a la Cultural no le llega con lo que tiene. Simplemente no puede. No ha lugar a más disculpas, ni a más excusas. No hay manera. Sin necesidad de ser apocalípticos ni alarmistas (tendemos a ello, lo sé, pero esta vez no faltan razones). La Cultural ha entrado en una dinámica muy preocupante, muy desasosegante, pero tal vez explicable. Quizás ha alcanzado su tope.

Quisiera equivocarme, claro está. Y mucho. Pero a los datos me remito. Las cosas no suelen suceder por casualidad, ni por mala fortuna (ay Fortuna, que amargo hoy sabe tu nombre), salvo que sea cosa de dos o tres partidos. Pero hablamos de ¡nueve! Oficialmente un récord, si no me equivoco. Y, aunque la primera vuelta ofreció resultados brillantes, también hubo victorias poco menos que milagrosas, especialmente si nos atenemos a la escasísima producción de goles que tiene este equipo. Pero, por entonces, la defensa mantenía un muro casi infranqueable para los enemigos. Ahora, a pesar del empate a cero de ayer, las cosas parecen un poco distintas. Marcamos menos y nos marcan más. Así, poco se puede hacer. 

Muchos ven paralelismos con el desastre del año pasado. No hay tantos, porque creo que, objetivamente, este equipo es bastante superior. Lo cual añade aún más preocupación: ¿por qué esta debacle de segunda vuelta con un equipo en el que al menos algunos jugadores parecen ofrecer ciertas garantías, incluso por encima de Primera Federación? Sí, claro, podemos hablar de mala suerte, de mala fortuna (da miedo mentar la soga en casa del ahorcado), pero eso no puede durar para siempre. Algo más habrá, digo yo. Algo mal estaremos haciendo. ¿No les parece? ¿O aceptamos sin más que nos persigue un gafe, una meiga (Raúl Blanco, ayer, de la prolífica y fantástica saga Aspas Juncal)? ¿O concluimos que todo es una maldición?

Es muy probable que la Cultural necesite, de cara a la temporada próxima, un equipo todavía bastante mejor. Esta división tiene su nivel, como nos ha enseñado muy bien ayer el Celta Fortuna, en una primera parte en la que, la verdad, uno se deprimía comprobando que ejecutaban un fútbol a años luz del nuestro. Con cambio de entrenador, con todo lo que ustedes quieran. Ni se notó ese cambio. El equipo siguió funcionando como un reloj, con mucha intensidad (son muy jóvenes, sí, y no les falta fuelle), y con una precisión apabullante en los pases. ¿Se acuerdan de cuántos centros laterales nuestros se fueron a lugares inaccesibles para la ya de por sí escasa capacidad de remate a puerta de la Cultural? Hace falta más toque y precisión. ¿No creen? 

Es fácil decir que los equipos filiales son como son, imprevisibles, y que juegan sin ataduras y sin lastres, porque nada les importa a sus jugadores, salvo llegar un día al primer equipo. Esta afirmación tan repetida ya no cuela. Los filiales son, en realidad, bastante previsibles: muchos de ellos suelen jugar muy bien y sus jugadores suelen tener una calidad técnica notable. Sí es cierto lo de que juegan sin ataduras, salvo las necesarias. Porque ayer el Celta Fortuna, en gran parte del partido, jugó como si le fuera la vida en ello. Y es que le iba. La Cultural podía acercarse demasiado y poner en peligro la única plaza del ‘play off’ que parece que aún queda libre, aunque ya esté en el alambre. También nos iba la vida a nosotros, pero… ¿O todavía no?

Quizás haya que preguntarse por qué el filial del Celta siempre hace el partido de su vida en tierras leonesas. ¿Aún no hemos aprendido a jugar contra ellos? Pero no es cierto que haga el partido de su vida cada vez que se enfrenta a la Cultural: nosotros hemos hecho varias veces que lo parezca (recuerden el ‘hat-trick’ de Solís, jugador nuestro después: fue un futbolista interesante, no lo niego, pero nunca con la magia de aquella tarde). He visto al Celta B varias veces esta temporada y ha hecho muchos partidos tan brillantes como la primera parte de ayer en el Reino (sin que la segunda desmereciera gran cosa).

Quiero decir que no es casualidad, ni que nos tengan manía (es broma), ni que tengamos mala fortuna y ellos, claro, buena.

No. Lo que sucede es que no hemos podido, o no hemos sabido, hacer un fútbol con la precisión y la capacidad combinatoria del equipo gallego. Y eso a pesar de la calidad que parece anidar en el pie de algunos de nuestros jugadores. Ni eso, ni la eficacia en el remate (bueno, cuando hay remate), el gran punto negro en lo que va de curso. Si me apuran, ayer incluso tuvimos más ocasiones de gol de las que tenemos últimamente. No soy partidario de bombear balones al área (aunque algunos lo pidan), creo que un equipo de calidad debe dominar el centro del campo, y esa es la zona de más nivel de la Cultural, si no mencionamos al portero. Con Dorian sorpresivamente de salida (entiendo que Llona tenga que reinventarse, a ver si pasa algo), quizás sí convenía un juego híbrido, raso y por alto, según el momento. Dorian tuvo hasta tres ocasiones al menos, aunque con el pie, y, ya fuera por el portero contrario (leonés, por más señas), o por mala puntería, el gol se malogró. Pero produjo más que otros antes en su lugar. Y lo más inexplicable fue, eso desde luego, cuando Llona, volcado con los centros, lo cambió. 

Sea como fuere, lo único positivo contra el Celta Fortuna, peligroso, pero con una pegada limitada, resultó ser el logro de mantener la portería a cero. No sirve de mucho si no eres capaz de marcar, ni por activa, ni por pasiva, ni por perifrástica, activa o pasiva. Pero bueno: sabemos que hay un portero con garantías.

En cuanto a la calidad, estoy convencido (se vislumbra a veces, pero no tantas) de que la mayoría de las individualidades no carecen de ella, pero, por lo que sea, el armazón colectivo ha dejado de funcionar. El Celta B no sólo tiene calidad, nombre por nombre, sino que, y esto es lo importante, funciona como una máquina engrasada, con voluntad de dominar el juego y crear superioridades durante todo el encuentro. 

No digo más. Ojalá haya fortuna, aunque esa Fortuna no haya sido ante Celta. Mucho habrá que cambiar. No está todo perdido, pero casi. Como decían en Riazor, ni siquiera jugar el play-off, con rivales potenciales como Castellón o Córdoba, parece que ofrezca muchas garantías de ascenso. Más bien, muy pocas. Pero, en fin, tal y como está el patio, incluso llegar al ‘play off’ empieza a ser ya una tarea titánica. Y los años van pasando…

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