Secundino Llorente

¿Teléfono en las aulas?

07/03/2024
 Actualizado a 07/03/2024
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Esta pregunta es muy antigua y sigue sin tener una respuesta contundente aceptada por la mayoría. Hace quince años se planteó este tema en el consejo escolar de nuestro centro y la respuesta unánime fue «no». Ha pasado mucho tiempo. Los teléfonos móviles ya son imprescindibles en nuestras vidas. Los alumnos no pueden vivir sin ellos. La pregunta sigue siendo si pueden ser utilizados en el centro escolar. En España no nos hemos puesto de acuerdo en una normativa en este tema. La polémica está servida desde el momento que ha habido países que han movido ficha y han prohibido el uso de teléfonos móviles en las escuelas, incluso en los recreos. Reconozco que yo he ido dando bandazos en este tema porque, si bien hace unos años tenía muy claro el «no» a los móviles en las aulas, en estos últimos años ya he llegado a tener mis dudas. He visto muchos colegios en toda España en los que los alumnos utilizaban el móvil con la mayor naturalidad. Creo que cada vez será más difícil controlar esta avalancha. La presión es cada día mayor. He visto que muchos profesores empiezan a lanzar propuestas innovadoras para incorporarlos en el aula. Pretenden trabajar cualquier asignatura de forma dinámica y atractiva. El objetivo es aprovechar esta herramienta con la que los alumnos ya están familiarizados. Por otra parte, los jóvenes esgrimen el argumento de la hipocresía de esta prohibición: ¿Cómo podremos justificar que para los adultos sea lícito en su vida laboral utilizar el móvil a su antojo y lo prohibimos tajantemente sólo a los estudiantes? Hace sólo dos años yo comentaba en un artículo que tenía el presentimiento de que estábamos en el inicio de un largo proceso que nos llevará irremediablemente al uso normal del teléfono móvil en los centros escolares, pero sin un control riguroso puede llegar a ser un arma peligrosa en manos de alumnos insensatos. El uso del móvil ‘en sí’ no es ni bueno ni malo, todo depende de la utilidad que se le dé. Es evidente que, si aceptamos el uso de los móviles en el centro, tenemos que blindarnos contra conflictos de ciberacoso o problemas de privacidad. La imaginación de los alumnos es sorprendente, prodigiosa y hasta cruel.

Hoy, ya en el 2024, se han vuelto a dar alguna vuelta de rosca más a este tema. El último informe Pisa dice que «el descenso en conocimientos matemáticos es generalizado en todos los países europeos y mejoran los asiáticos». Los expertos atribuyen estas caídas en parte al cierre de los colegios por Covid y también destacan otros factores como «el abuso de los teléfonos móviles y de las pantallas de ordenador». Sin embargo, el propio Pisa defiende que prohibirlos no es la solución, porque se ha observado que en las escuelas donde los móviles están prohibidos, los niveles de ansiedad son mayores. 

Cuatro autonomías se adelantaron a prohibir los dispositivos: Galicia, Castilla-La Mancha, Madrid y Andalucía. Los centros tienen un margen para permitir el uso de forma excepcional y con fines pedagógicos. Los profesores necesitan ese apoyo legal, porque muchas familias están en contra y si los centros cuentan con el soporte legal de la Consejería, los equipos directivos no se encontrarán ‘desamparados’. En el resto de las autonomías tenían que ser los equipos directivos los que decidieran el grado de restricción. También el teléfono en el aula está prohibido por algunos gobiernos europeos como Francia, Italia, Finlandia, Holanda o el Reino Unido.

En diciembre hemos recibido la última novedad. El Gobierno español propone ahora a las autonomías que se prohíba el móvil en colegios e institutos, incluso en el recreo. Se trata de un cambio de postura, porque la ministra, Pilar Alegría, hace tres meses era contraria a esta prohibición porque, según ella: «no se podían poner puertas al campo». Ahora ella ha propuesto a la Conferencia Sectorial de Educación llegar a un acuerdo para prohibir el teléfono móvil a los alumnos en todos los centros educativos. Prometía la ministra que en el mes de enero se reunirían todos los agentes sociales, representantes del Gobierno y representantes de las comunidades autónomas para intentar alcanzar un Pacto de Estado, «una solución consensuada y acordada por todos», que permita «regular» el uso de este dispositivo en los centros educativos, porque, según ella: «Hay una inquietud y una preocupación y las familias lo merecen». 

Y llegó la reunión de la ministra con los consejeros de educación de todas las autonomías el día 31 de enero, pero fue un fracaso porque la mayoría de las comunidades, que son del PP, le dijeron a Pilar Alegría que esto «llegaba tarde», que el uso de los móviles y su regulación es competencia de las propias comunidades y no del ministerio. Todas las comunidades del PP tienen una regulación de este problema de los móviles y le recuerdan a la ministra que el 13 de diciembre le pidieron al ministerio una reunión monográfica para analizar los datos desastrosos de Pisa y nada de esto ha ocurrido. Terminan pidiéndole que se olvide de los móviles y se ocupe de Pisa porque este interés de última hora por los móviles huele a «búsqueda de rédito político». El Consejo Escolar del Estado prohibía el uso de móviles en primaria y lo limitaba en secundaria. Es un tema que siempre estará en el candelero. Nuestra opinión es que el problema sería más sencillo con un Pacto de Estado al que atenerse en los centros educativos. Pero, por desgracia, queda claro que ese acuerdo es imposible en la España que hoy tenemos.

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